La diplomacia entre españa y rusia durante el siglo xviii
- LÁZARO URDIALES, IVÁN
- Luis Antonio Ribot García Zuzendaria
Defentsa unibertsitatea: UNED. Universidad Nacional de Educación a Distancia
Fecha de defensa: 2018(e)ko abendua-(a)k 04
- Carlos Martínez Shaw Presidentea
- Cristina Borreguero Beltrán Idazkaria
- José Ignacio Fortea Pérez Kidea
Mota: Tesia
Laburpena
La diplomacia entre España y Rusia en el siglo XVIII. Iván Lázaro Urdiales. Las relaciones entre el Imperio Ruso y España en el siglo XVIII revisten de una gran importancia en lo que se refiere a los contactos entre ambos países a lo largo de la historia. Fue precisamente en dicha centuria cuando la diplomacia entre ambas adquirió un carácter más estable, con la creación de embajadas permanentes tanto en Madrid como en San Petersburgo. Pese a que los primeros contactos entre estos ellas se remontan al siglo XVI, hubo que esperar al Siglo de las Luces para que estos discurriesen por unos cauces más estables. Ya en el siglo XVII fueron varias las embajadas moscovitas que llegaron a Madrid para establecer un contacto directo. Entre los ejemplos de estas iniciativas se encuentran las dos que encabezó Pyot Ivánovich Potémkin durante el reinado de Carlos II. No obstante, es en el siglo XVIII cuando se dan los pasos decisivos para lograr unos resultados verdaderamente fructíferos, como puede ser la creación del primer consulado ruso en España –concretamente en la ciudad de Cádiz- por orden de Pedro I. El paso definitivo lo daría España en 1727 al enviar a la corte rusa al II duque de Liria como ministro plenipotenciario de Felipe V. Esto se incardinaba en el complejo juego de alianzas que dividía a las potencias europeas del momento en dos bloques enfrentados: el de Viena –en el que se integraron tanto Rusia como España- y el de Hannover. No obstante, al igual que en buena parte del siglo, los cambios de alianzas que se llevaron a cabo, tanto desde Madrid como desde San Petersburgo, terminaron con el alejamiento de ambas cortes; una situación que se prolongó durante tres décadas, hasta la llegada al trono español desde Nápoles del rey Carlos III. A partir de ese momento, las relaciones entre ambas discurrirán por cauces normales hasta el final del siglo, cuando el distinto posicionamiento de Carlos IV y Pablo I respecto a los revolucionarios franceses, terminó con la declaración de guerra entre ambas potencias, lo que ponía fin así a tres décadas de contactos ininterrumpidos. Hay que señalar en todo momento, que las relaciones entre España y Rusia en dicha centuria no se circunscribieron, ni mucho menos, únicamente a asuntos de raigambre únicamente política. Esto no es óbice para que se resalten relevantes acontecimientos, como fue la mediación desarrollada por el diplomático y jurista malagueño Miguel de Gálvez, que consiguió que Rusia lograse una paz beneficiosa con Suecia y el Imperio Otomano, con los que se encontraba en guerra. A lo largo de estos años, los contactos entre ambas potencias discurrieron por una gran variedad de ámbitos, entre los que destacaron el militar, el cultural y, sobre todo, el económico. La correspondencia entre diferentes instituciones culturales de ambos reinos fue una realidad, y la presencia de militares españoles en el ejército imperial también. En cuanto al aspecto económico, este fue un punto de verdadera relevancia, pues el tráfico mercantil entre ambas potencias comenzó a ser ejercido directamente por españoles y rusos, a diferencia de los años anteriores, durante los que había estado en manos únicamente de intermediarios holandeses y británicos, principalmente. Pero si algo revistió de verdadera importancia en lo que a este tema se refiere, fue el inicio del contacto directo entre dos realidades culturales muy diferentes que, además, se encontraban ubicadas en ambos extremos del continente euroasiático. Dos realidades que hasta entonces prácticamente solo se conocían por medio de las cada vez más numerosas publicaciones que comenzaban a proliferar en la Europa Ilustrada.