La naturaleza de las emociones. Una propuesta intuicionista para la educación moral desde la filosofía y la neurociencia

  1. Martínez Mares, Sara
Dirigida per:
  1. Carlos Moya Espí Director/a

Universitat de defensa: Universitat de València

Fecha de defensa: 13 de de gener de 2016

Tribunal:
  1. Josep E. Corbí President/a
  2. Eduardo Ortiz Llueca Secretari/ària
  3. Eugenia Ramírez Goicoechea Vocal

Tipus: Tesi

Resum

Nuestro trabajo intenta responder al reto lanzado por los resultados provenientes de algunas corrientes divulgativas de la neurociencia que parecen mostrar que las emociones preceden a la cognición y a la decisión, de tal forma que minan la supuesta autonomía del agente moral o la responsabilidad que intuitivamente atribuimos al agente que padece ciertos estados emocionales. La respuesta a este reto se esboza bajo el supuesto de que la filosofía y la ciencia no son contrarias sino que pueden ser complementarias. La tesis se propone dos objetivos prioritarios: el primero, analizar los presupuestos científicos de la teoría categorial o estándar de las emociones con el fin de indagar en la naturaleza de las emociones humanas; el segundo, detallar el lugar que deben tener las emociones y, específicamente, las emociones morales, en la educación de las personas, centrándonos concretamente en tres de ellas: la compasión, la vergüenza y la admiración. La propuesta de definición de emoción hace compatibles dos posturas filosóficas que, en principio, no lo eran: las teorías del sentir –en nuestro caso particular, la teoría de B. Helm –y las teorías cognitivistas –en nuestro caso, la teoría peculiar de Martha Nussbaum. La definición es la siguiente: Las emociones son esencialmente modos afectivos de respuesta a ciertas cosas y personas que, fuera del control del ser humano, son importantes para el florecimiento del mismo. De esta manera, las emociones son un reconocimiento de nuestras necesidades y de nuestra falta de autosuficiencia. Sobre el primer objetivo, hemos percibido que el análisis científico tropieza continuamente con un obstáculo para la total comprensión de la emoción, tal y como reclama B. Helm: “La ciencia… no parece tener sitio para lo valioso.” El análisis de “lo valioso” no está reñido con algunos descubrimientos neurocientíficos novedosos, como, por ejemplo, el modo por defecto del cerebro (default mode), que invitan a desechar la concepción modular del cerebro, cuestionando con ello algunos supuestos de los planteamientos estándar, como el automatismo fuerte o la ausencia de consciencia y significación en una emoción. Sobre el segundo objetivo, cabe decir que lo que el agente evalúa como “valioso” y por lo que responde afectivamente –o el foco de la emoción –es conformado por elementos que pesan en la vida de una persona en tanto que forman parte de su “experiencia básica”. Ahora bien, aunque el suelo emocional (foco) haya sido conformado por cuestiones involuntarias, ello no supone que neguemos responsabilidad o posibilidad de educación/corrección a personas que no manifiesten las emociones adecuadas ante una situación moralmente relevante. El intuicionismo emocional que se defiende en este trabajo no se basa, por tanto, en una reacción espasmódica y meramente sentimental, sino que se ha elaborado con el presupuesto de la concepción evolutiva de las emociones que sostiene Nussbaum y a raíz de un análisis sobre la adecuación en las mismas. Esto quiere decir que la adecuación sobre propiedades y acciones morales exige un nivel cualitativamente distinto de una adecuación epistemológica o vivencial; a su vez, este posicionamiento ofrece argumentos persuasivos contra el emotivismo y contra una visión proyeccionista o desiderativa de las emociones. Por tanto, podemos concluir que en una respuesta emocional adecuada debe incluirse la relevancia ontológica de la situación y el peso de las propiedades morales ante las que la persona responde, para lo que se necesita, a su vez, de una educada atención a la realidad, esto es, una variedad de control cognitivo sobre nuestras creencias evaluativas. La tesis adquiere, asimismo, un carácter pedagógico centrado en la educación moral, para la que hay propuestas tomadas de la compasión, la vergüenza y la admiración que sirven de guía no sólo para el educador, ya sea padre/madre o maestro/a, sino también para una autorreflexión sobre la vida lograda.