Democracia y valores en Karl Mannheim

  1. Meseguer, Juan
Dirigida por:
  1. Enrique Martín López Director/a
  2. José Almaraz Pestana Codirector

Universidad de defensa: UNED. Universidad Nacional de Educación a Distancia

Fecha de defensa: 09 de abril de 2010

Tribunal:
  1. Carlos Vicente Moya Valgañón Presidente
  2. Javier Rodríguez Martínez Secretario
  3. Cristóbal Torres Albero Vocal
  4. Josetxo Beriain Vocal
  5. Antonio Lucas Marín Vocal

Tipo: Tesis

Teseo: 295479 DIALNET

Resumen

Este trabajo pretende mostrar la importancia que tiene la categoría "valor" en el período inglés de Karl Mannheim (1893-1947), así como en su concepción de la democracia. Frente al debilitamiento de los vínculos sociales característico de la época del laissez-faire, Mannheim vuelve los ojos a los valores demócraticos y a las instituciones básicas de cohesión social. Durante sus años de investigación en Inglaterra, el sociólogo húngaro se convence de que la reconstrucción de la sociedad pasa por la regeneración del individuo. Para Mannheim, el problema de las sociedades occidentales parte de dos modos de concebir la democracia. Según una concepción sustantiva o "militante", que es la que sostienen el sociólogo húngaro y los comunitaristas modernos, una sociedad democrática debe promover activamente la adhesión a unos valores básicos con unos contenidos éticos materiales. En cambio, de acuerdo con una concepción procedimental o "desarmada" -defendida por los liberales-, una sociedad democrática debe preocuparse únicamente por la libertad individual y la tolerancia, dejando de lado las distintas concepciones de la vida buena. Ante el avance de los sistemas totalitarios, Mannheim cree que un Estado democrático no puede ser éticamente neutro. Al contrario, ha de tomar partido por ciertos valores básicos que no se dejan a la discusión de nadie. Sin embargo, añade, se ha de dejar "a la elección y decisión individuales los valores más complejos susceptibles de diversidad". La respuesta de Mannheim al problema de cómo articular la convivencia pacífica en una sociedad democrática está condicionada por el contexto político que le tocó vivir, algo que con frecuencia olvidan sus principales detractores. El suyo no es un planteamiento abstracto y alejado de la realidad, sino la confirmación de una de sus tesis más famosas: "Existen formas de pensamiento que no se pueden comprender debidamente mientras permanezcan oscuros sus orígenes sociales". Tesis que vuelve a repetir, a su manera, en una obra del período inglés: "Todo pensamiento político formula sus términos fundamentales ad hoc de acuerdo con las circunstancias especiales de la época". Frente a quienes identifican la democracia con el relativismo ético, Mannheim piensa que el ideal democrático no está reñido con la firmeza de convicciones: "Ni la tolerancia democrática, ni la objetividad científica significan que debamos abstenernos de tomar posiciones firmes frente a lo que creemos verdadero, o que debamos evitar la discusión de los fines y los valores últimos de la vida". Al mismo tiempo, considera que la unión social se funda en los siguientes elementos: un marco de valores compartidos, el sentimiento comunitario, la justicia social, la democracia militante, la tolerancia, la educación cívica, el respeto a las convicciones religiosas y una visión positiva del inmigrante. Resulta de interés tener en cuenta estas propuestas ante un futuro crecientemente multicultural.