Enseñanza e industralización en España (1844-1868)medios humanos y materiales
- Cano Pavón, José Manuel
- Ángel María Martínez de Velasco Farinós Director/a
Universidad de defensa: UNED. Universidad Nacional de Educación a Distancia
Fecha de defensa: 30 de septiembre de 2002
- Santiago de Vicente Pérez Presidente/a
- Alicia Alted Vigil Secretaria
- Cristóbal García Montoro Vocal
- Jean-Louis Guereña Vocal
- Mariano Hormigón Blánquez Vocal
Tipo: Tesis
Resumen
Se estudia detalladamente la evolución histórica de la enseñanza industrial en la España Isabelina (1844-1868), haciendo especial énfasis en los medios humanos y materiales aportados por el Estado y otros organismos. Hasta 1850 las enseñanzas industriales estuvieron coordinadas por el Conservatorio de Artes de Madrid, apoyándose en las Sociedades Económicas y en las Juntas de Comercio. A partir de 1859 se estableció (plan Seijas) un sistema en tres niveles: elemental, medio y superior, reformado parcialmente en 1855 (plan Luxán). El superior se impartía exclusivamente en Madrid (Real Instituto Industrial, mientras el nivel medio se daba en las escuelas industriales de Barcelona, Sevilla, Vergara, Valencia y Gijón; el nivel elemental se impartía en los centros anteriores y en diversas escuelas elementales (Málaga, Alcoy, Béjar). Y en 1875-58, la ley Moyano y disposiciones posteriores trastocaron este sistema, al pasar el nivel elemental a los institutos y refundir los niveles medios y superior, haciendo además que los gastos se repartieran a partes iguales entre el Estado, la Diputación y el Ayuntamiento. Esto, unido a la baja matriculación por las escasas salidas profesionales, provocaron el cierro de los centros entre 1860 y 1866; incluso el Real Instituto Industrial cerró en 1876. Sólo quedó la Escuela de Barcelona como centro superior. Entre 1850 y 1868 el coste de la enseñanza industrial fue de unos 18,7 millones de reales, de los cuales el Estado aportó 14,2 millones. Unos 50 profesores estuvieron a cargo de las clases en las escuelas industriales; y al cierre de éstas la mayoría pasó a las universidades e institutos, al igual que los medios materiales de los centros. En conjunto puede hablarse de una experiencia fallida, que hizo que España no contara en la segunda mitad del siglo XIX con el capital humano suficiente para el proceso de industrialización.