Apariencia y realidad en el pensamiento económicosu historia como recurso metodológico, pedagógico y analítico

  1. VEUTHEY CILVETI, LUIS JESÚS
Dirixida por:
  1. Fernando Barreiro Pereira Director

Universidade de defensa: UNED. Universidad Nacional de Educación a Distancia

Fecha de defensa: 12 de decembro de 2017

Tribunal:
  1. Gabriel Tortella Casares Presidente/a
  2. José María Labeaga Azcona Secretario
  3. Pedro Tedde de Lorca Vogal

Tipo: Tese

Teseo: 538263 DIALNET

Resumo

El doctorando declara, en la primera de sus frases, que su tesis presenta aunadas seis distintas investigaciones propias, señalando inmediatamente el nexo más evidente que puede detectarse entre estas: la presencia en todas ellas de la Historia del Pensamiento Económico, ya sea por pertenecer a esta disciplina la mayor parte de las diferentes cuestiones investigadas en ellas o porque todas ellas acuden a la misma como fuente. Para mostrar y ahondar en dicho vínculo y otros menos evidentes pero también importantes, y facilitar esta tarea de identificación, procede a resumir, al menos, la cuestión que originó cada una de estas indagaciones, el método empleado y el camino seguido para contestarla, y las respuestas obtenidas. A la vista de estos resúmenes el autor afirma: Tal como adelantábamos al comienzo, por su repetida presencia en el objeto de estudio y como recurso metodológico permanente, el papel atribuido a la Historia del Pensamiento Económico como principal vinculación de esta serie de investigaciones, se confirma a la vista de estos resúmenes; y, como tendremos ocasión de ver, se refuerza en sus versiones integras; como, por ejemplo, cuando explica una de ellas, que estas tuvieron su origen en preguntas que surgieron bien en la práctica de la docencia de esta disciplina, bien en la vida cotidiana. En cualquier caso, tanto los unos como las otras, han de servirnos también para explicitar otras conexiones menos manifiestas pero también relevantes. En este sentido, también nos será útil que, como anunciamos de entrada y constatamos ahora, estas investigaciones están ordenadas con arreglo a la correspondencia que es posible establecer entre cada una de ellas y una Historia del Pensamiento Económico que integrase en un orden cronológico sus análisis (p. 6). Justificando así dicha ordenación: Se asignó el primer capítulo al artículo que se refiere a “La Llamada Escuela Clásica de Economía” pues ningún otro tiene como tema central un pensamiento económico previo equiparable; máxime, cuando en el mismo también se alude a la Fisiocracia como paradigma de escuela con la que compararse. En el siguiente, a lo ya referido sobre el pensamiento clásico previamente, se añade lo relativo al monetario de Thornton, cuyo Paper Credit representa la culminación de un proceso que se observa atentamente en sus sucesivas concatenaciones desde un lejano punto de partida fijado en el Antiguo Testamento; resultando de todo ello “Una Reconstrucción de la Factura de la Teoría Monetaria”. Tras estos dos, el tercero es el lugar adecuado para situar el ensayo que trata sobre “El Ocaso de la Escuela Clásica y el Nacimiento de las Escuelas Marginalistas (1848-1874) ”; cuya expresión definitiva fue el cambio de paradigma encarnado en “La Sustitución de la Teoría del Valor-Trabajo por la de la Utilidad Marginal” en la corriente principal de la economía. El artículo sobre la cuestión de “La Paternidad de la Economía Política” se constituye en el cuarto capítulo pues para dirimir si es “Una Atribución Filial” se hace comparecer a Marx y, de nuevo, a Jevons como asociados respectivamente a Petty y Cantillon. A continuación se sitúa el ensayo que se pegunta si “¿`El Tiempo es Dinero´?”, pues, a pesar de que esta debe ser contestada por medio del Análisis económico más que por su Historia, se recurre a ella en busca de ideas y teorías que relacionan ambos términos; y a partir de esta pormenorizada búsqueda y otra basada en la literatura económica de los últimos ochenta años se proponen tres teorías originales del autor para responderla. Para cerrar la serie se asignó el último y sexto lugar, al artículo “De Oikos-Nomos a la Econometría: ¿Ha cambiado la naturaleza de la Economía?” pues es el más general de todos tanto por la amplitud analítica que abarca, el recorrido histórico que comprende y por la pregunta asociada enteramente a su totalidad (pp. 6-7). El doctorando concluye esta Introducción señalando aquellos otros rasgos comunes a las investigaciones que se exponen en esta tesis y que justifican la primera parte del título de la misma: Debemos señalar que ya en la primera de ellas, al informar desde su título que lo que quiere resolver son los “Problemas de Etiqueta y Contenido” (de la “Llamada Escuela Clásica de Economía”), deja una marca que más o menos nítidamente, con mayor o menor semejanza, más superficial o más profundamente, podremos vislumbrar en los cuatro siguientes: el segundo está presidido por un “lema” (“Confiamos en Dios”), el tercero por un “cliché” (la “Revolución Marginalista”), el cuarto por un “lugar común” (“La Paternidad de la Economía Política”), el quinto por una “proverbio” (“El Tiempo es Dinero”). “Divisa”, “fórmula”, “tópico” y “sentencia”, serían sinónimos respectivos, pero, sin serlo entre ellos, ¿no es cada uno un “rótulo”, en definitiva una “etiqueta”, y los “problemas” que pretende resolver no son reducibles a desvelar su “significado”, si aquellos responden a su “contenido”? Si a lo dicho se añade que estos cinco ensayos quedan subsumidos, por su extensión temporal y variedad temática, en el sexto y último, pueden englobarse todos ellos bajo el encabezamiento “Apariencia y Realidad en el Pensamiento Económico” (p. 7). DESARROLLO TEÓRICO CAPÍTULO I “La Llamada Escuela Clásica de Economía: Problemas de Etiqueta y Contenido” sería el título en español de la investigación que se presenta en el primer capítulo1. El propósito de ésta es enfrentarse con algunas cuestiones procedentes del uso del término “escuela” como principio clasificatorio de la historia del pensamiento económico. Específicamente, analiza los problemas de “etiqueta” y “contenido” de la llamada “escuela clásica de economía”. La discusión sobre la pertinencia de la utilización de la palabra escuela para incluir en ella a los principales autores clásicos -Smith, Malthus, Ricardo, J. S. Mill-, se lleva a cabo por medio de su comparación con L’École des Physiocrates. El principal resultado de esta comparación es que ésta última constituyó una realidad histórica antes de convertirse en un asunto historiográfico, mientras que la expresión escuela clásica de economía es el resultado de una visión académica ampliada 1Éste y los cinco siguientes se presentan en inglés pues fueron redactados originalmente en este idioma en forma de ponencias para ser presentadas todas ellas en sucesivos congresos organizados por la Eastern Economic Association (EEA-US) desde 2009 hasta 2014. La adscripción y fidelidad a este foro internacional (que viene celebrándose anualmente desde 1973 en ciudades de la costa este de los Estados Unidos) se basa en su apertura a cualquier tema de economía sin otra discriminación que la puramente científica. de una categoría nacida externa y extemporáneamente. La otra cuestión criticada es el supuesto “contenido” de la etiquetada como escuela clásica de economía conferido por el estándar académico: un sistema teórico basado en la oferta, que ignora el lado de la demanda, incapaz de determinar cantidades y precios microeconómicos, ni equilibrio macroeconómico. La discusión muestra que la demanda efectiva no solo es un concepto clave en la economía de Smith, sino escrupulosamente incorporado por Ricardo, Malthus y J. S. Mill, al igual que precio natural y precio de mercado, como conceptos básicos de sus sistemas analíticos. En consecuencia, se sostiene que: I) podemos considerar dos categorías de escuelas: por derecho propio (p. ej: escuela fisiocrática, escuela austriaca, escuela marxiana) y por designación ajena (p. ej: escuela clásica, escuela marginalista, escuela neoclásica); y II) la importancia esencial para los autores clásicos de la demanda en términos macro y microeconómicos y el contenido erróneo conferido a la etiquetada como escuela clásica de economía por la literatura económica. CAPÍTULO II El origen de la investigación expuesta en el segundo capítulo -“`Confiamos en Dios´: de la Biblia al Paper Credit de Thornton (Una reconstrucción de la factura de la teoría monetaria)”-, se encuentra en la omnipresencia del lema “In God We Trust” en los billetes y monedas de la reserva federal de los Estados Unidos de América. Este testimonio de fe impreso en el dinero fiduciario se me presentaba no como una azarosa coincidencia sino como un jeroglífico. La numismática explica el significante de este signo, pero como profesor de Economía me pregunté si ésta podría suministrar algún significado a esta doble relación de Fe en Dios y Fe en el Dinero. La Historia registra un muy temprano testimonio de fe en Dios en el Antiguo Testamento; y otro de fe en el dinero en el Paper Credit de Thornton. La primera de estas obras se encuentra en los orígenes de la civilización occidental, la última puede considerase como una expresión de la madurez de su pensamiento monetario. Entre ambas hay una sucesión de obras que contienen ideas y teorías económicas. Y podemos seguir la cadena de estos textos económicos con el fin de identificar las monetarias. Si esta búsqueda tiene en cuenta el contexto histórico y el teórico en que estos textos surgen obtendremos una reconstrucción de la factura de la Teoría Monetaria. Por medio de este ejercicio, este artículo reivindica la actualidad y las virtudes pedagógicas de la enseñanza de la Historia del Pensamiento Económico. Partiendo de un hecho material del presente -una inscripción institucional como “In God We Trust” en un instrumento monetario cotidiano: un billete o una moneda de un dólar-, podemos reconstruir la historia de la materia a la cual este objeto pertenece -la Historia de la Teoría Monetaria-; y, a su vez, esta historia nos proporciona una explicación sobre los orígenes y naturaleza de dicho instrumento del presente -dinero fiduciario-, la presencia en el de una declaración de fe - “In God We Trust”-, y los campos cubiertos por la fe que va de uno a otro. CAPÍTULO III La cuestión que dio lugar al ensayo que se presenta en el tercer capítulo2 fue la de buscar una explicación a la sustitución de la teoría del valor-trabajo por la de la utilidad marginal en la corriente principal de la economía política. Hasta entonces, aunque predominantes, numerosas teorías objetivas, principalmente basadas en el trabajo o en el coste de producción, habíanse formulado al mismo tiempo y, a veces, dentro de la misma escuela, que las subjetivas, basadas fundamentalmente en la utilidad y la escasez. Este conjunto de teorías formó parte de la herencia que, en proporciones variables y por diferentes caminos, heredaron los fundadores de las escuelas marginalistas. El fundamento común de sus respectivas construcciones analíticas fue una teoría subjetiva del valor basada en la utilidad y en la escasez -o, más precisamente, en la utilidad marginal decreciente-, que excluía el trabajo; siendo la utilidad, la escasez y el trabajo los tres elementos esenciales de la teoría ricardiana del valor, expresión última de la clásica. Los principales autores de esta última no llegaron a explicar su economía política en las universidades inglesas porque en su tiempo esta disciplina estaba escasamente representada en ellas. Fue la emergente Economía Histórica la escuela que a mediados del siglo XIX desembarcó no solo en esas universidades sino también en las irlandesas y las alemanas. Pero en la década de los años setenta del mismo siglo Jevons, Menger y Walras publicaron las obras y enseñaron en las universidades a través de las cuales sus escuelas son hoy recordadas. Excluido el trabajo, pero no la escasez ni la utilidad, que son su antiguo y común fundamento, aceptada ya la economía política en las universidades y habiendo sido dejada de lado en ellas la Economía Histórica, estéril en la producción de teorías alternativas, al doblar tal siglo, la teoría basada en la utilidad acabo reemplazando a la teoría del valor trabajo en la corriente principal de la economía. CAPÍTULO IV En el cuarto capítulo se aborda el tema de la paternidad de la Economía Política, al tiempo que pretende contestar a la pregunta de si esta puede considerarse una atribución filial3. Comienza afirmando que hoy en día la mayoría de los economistas consideran a Adam Smith como el padre de la economía y a su Riqueza de las Naciones como su cuna, pero que a lo largo de su historia esta paternidad fue atribuida a William Petty por Karl Marx y su nacimiento identificado por William S. Jevons con el Essai sur la Nature du Commerce en Général de Richard Cantillon. El propósito declarado de este artículo es revelar las razones en que se basan estos dos últimos juicios; y se propone como primera hipótesis al respecto la posible afinidad entre la teoría del valor defendida por el juez y el autor juzgado. Para contrastarla, se examinan en las obras de Marx y Jevons no solo sus referencias a Petty y Cantillon respectivamente, sino también las alusiones de Marx a Cantillon y a Smith, y las de Jevons a Petty y a Smith. Una vez mostradas las principales razones por las que Marx atribuyó a Petty la paternidad de la economía política, nuestra hipótesis inicial de la posible afinidad entre las teorías del valor del autor juzgado y su juez deviene paradigmática. El juicio de Jevons sobre el Essai de Cantillon no está sesgado por afinidad o coincidencia alguna en sus respectivas teorías del valor. La teoría de Cantillon del valor -“valor intrínseco” en palabras suyas, 2“El Ocaso de la Escuela Clásica y el Nacimiento de las Escuelas Marginalistas (1848-1874): La Sustitución de la Teoría del Valor-Trabajo por la de la Utilidad Marginal (La Revolución Marginal, el Status Académico y la Corriente Principal de la Economía)” 3“La Paternidad de la Economía Política: ¿Una Atribución Filial?” “coste de producción” en las nuestras- se basa en la tierra y el trabajo, una teoría que nosotros clasificamos entre las teorías objetivas del valor; la teoría del valor de Jevons se basa en el principio de la utilidad marginal decreciente, una teoría subjetiva del valor. En las obras examinadas Marx dedica mucho más espacio y mejor lugar a Smith que a Petty, su atribución de paternidad a este último no significa que su razón esté nublada por filiación alguna, señalando tanto contribuciones como errores en cada uno de ellos. Por lo que se refiere a Jevons, la Riqueza de las Naciones es el patrón de medida de su ponderación final del valor del Essai de Cantillon. El capítulo concluye afirmando que, tanto desde un punto de vista histórico como desde uno teórico, puede repetirse con Marx que William Petty fue el padre de la economía política inglesa, con Jevons que el Essai de Cantillon es el primer tratado de economía, y con los economistas de hoy en día que Smith fue el padre de la economía moderna y su Riqueza de las Naciones su cuna. CAPÍTULO V El ensayo que se expone en el capítulo quinto tiene su motivación en el famoso lema “El Tiempo es Dinero”4. Es precisamente esta explícita identificación del tiempo con el dinero lo que le hace especialmente indicado para considerarlo como tema de investigación económica. Este ensayo se pregunta si el análisis económico puede suministrar razones que justifiquen tal identificación del tiempo con el dinero, y si nos permite expresar el uno en términos del otro. Para responder a estas preguntas comenzamos buscando en el campo de la historia del pensamiento económico, doctrinas, teorías o análisis que relacionan tiempo y dinero. Algunas de las ideas y teorías examinadas sobresalen del resto para nuestros propósitos: las ideas monetarias de Malthus, la teoría del interés de Böhm-Bawerk y la teoría cuantitativa de Fisher; las dos primeras relacionan directamente el tiempo con el dinero, y la tercera indirectamente. Continuamos nuestra investigación de posibles conexiones entre tiempo y dinero revisando la literatura publicada desde Keynes hasta ahora. Eligiendo nueve de ellas como una muestra transversal representativa de los resultados. No encontramos entre toda esta literatura revisada, artículo alguno que respondiese a nuestra cuestión, pero nos proporcionó una visión general de la literatura de los últimos ochenta años relacionada con el tiempo que nos condujo a incluirla dentro de las categorías de El Tiempo en la Teoría Económica y La Economía del Tiempo. Y algunas de las cuestiones planteadas y algunas de las respuestas dadas en dicha muestra nos ayudaron, aún inconscientemente, para resolver las nuestras. No es por azar que el interés como teoría y como concepto figura sucesivamente como resultado coincidente de las dos etapas de esta búsqueda. Y también constituye el punto de partida para exponer nuestras respuestas. La primera se refiere al sector financiero de una economía: para los bancos “el tiempo es dinero” porque para realizar su negocio –transformando depósitos en préstamos- convierten los términos de tiempo de los primeros en los de los segundos. Y también porque la diversidad y falta de coincidencia de los tiempos y de las cantidades y calidades de las entradas y salidas de efectivo, les permite crear dinero bancario o depósitos. La segunda, al mostrar la evidente simultaneidad de tiempo y vida, distingue dos genéricos empleos del tiempo: en trabajo y en no trabajo; como el coste de oportunidad de ambos empleos puede medirse en términos monetarios, concluimos que cualquier empleo de tiempo puede ser medido en dinero. La tercera plantea el proceso del empleo del tiempo en trabajo en una economía cuyo modelo operativo es el descrito 4“¿`El Tiempo es Dinero´?: Bancos, Coste de Oportunidad, Trabajo, y Recientes Crisis Europeas” por Smith en La Riqueza de las Naciones. De acuerdo con este, el tiempo de trabajo es una clase de tiempo que puede ser intercambiado por dinero, y el dinero puede comprar una clase de tiempo que es el tiempo de trabajo. Por lo tanto, en términos de trabajo, el tiempo es dinero, y el dinero es tiempo. Parece que estas tres respuestas muestran que lo que Franklin declaró y que nosotros hemos analizado en términos económicos él lo explicó con ejemplos, es decir que “El tiempo es dinero”. Por último, pero no menos importante, con el propósito de mostrar el sentido práctico para la economía de esta investigación, mostramos la aplicación de las tres respuestas encontradas para ilustrar el trade-off entre tiempo y dinero en las recientes crisis europeas. CAPÍTULO VI El último artículo5 corresponde al capítulo sexto y trata de elucidar si -hasta el advenimiento de la síntesis Neoclásica-Keynesiana- los sucesivos temas estudiados por la Economía, y los medios empleados para ello, le confieren algún tipo de unidad tal que pueda hablarse de una misma naturaleza de la economía a través de su historia; y en tal caso: ¿cuáles son esos lazos comunes?, ¿qué constantes son esas?; o , por el contrario: ¿cuáles son los factores decisivos de ese cambio en la naturaleza de la economía?, ¿cuándo comenzaron a actuar y por qué? Para responder a estas preguntas recurrimos a la historia del pensamiento económico y algunos de los textos pertinentes de sus más sobresalientes autores para contrastar nuestras hipótesis de trabajo: que los cambios en su forma son el efecto de los cambios en los temas bajo consideración o en la búsqueda de respuestas a nuevas o viejas preguntas; preguntas, a veces, resultantes del contexto histórico en el que este trabajo ha nacido y, otras veces, procedentes de razones de la lógica interna sobre las que se basan estas obras. Basándonos en las respuestas halladas, concluimos que desde que la Economía devino -por medio de los autores clásicos- un pensamiento autónomo y autosostenido, no puede hablarse de un cambio en su naturaleza; no obstante, en su evolución ha experimentado rupturas, pero también recuperaciones, en su forma y contenido por razones internas y externas; su consolidación académica fue paralela a su proliferación en forma de escuelas, a una progresiva especialización simultánea a una ampliación del área en tanto que objeto de estudio. CONCLUSIÓN Si en la Introducción de esta tesis se identificaban aquellos vínculos de las distintas investigaciones que la integran y que permitían agruparlas bajo el encabezamiento “Apariencia y Realidad en el Pensamiento Económico”, ahora corresponde extraer de su serie de observaciones, respuestas, y conclusiones finales aquellas que nos permitan completar la justificación del resto de su título: “Su Historia como Recurso Metodológico, Pedagógico y Analítico”. La primera serie de observaciones finales del primero de estos trabajos reconoce que el uso del término “escuela” como categoría clasificatoria es universal y que su campo de aplicación cubre no solo el de las ciencias sino también el de las artes y su historia. Inherente a todo tipo de historiografía, las ventajas de esta categoría son de orden 5“De Oikos-Nomos a la Econometría: ¿Ha cambiado la naturaleza de la Economía?” sintético y, en consecuencia, operativo. Bajo una etiqueta de escuela, es posible agregar a diferentes autores y sus obras, y así comparar diferentes escuelas. Su uso es ventajoso pero su abuso es peligroso, especialmente porque puede afectar al supuesto contenido de la escuela etiquetada. Este sería el caso de la llamada escuela clásica de economía. Por un lado, hemos visto que los fisiócratas toman su nombre de la fisiocracia, el gobierno de la naturaleza, un término inventado por uno de los miembros de la secta, los mismos economistes que formaban la École; por otro lado, hemos mostrado que no existen pruebas para afirmar que Smith se considerase a sí mismo como padre de escuela alguna, y Malthus, Ricardo, y J. S. Mill, como discípulos suyos, pero la literatura económica los considera, respectivamente, como fundador y miembros principales de la escuela clásica de economía. A pesar de estar ambas clasificadas bajo la etiqueta de escuela, estamos delante de dos tipos distintos. La fisiocracia fue bautizada con un nombre elegido por alguien de la secta, que nació como École y reconocida así en su propia época; por lo tanto, fue una escuela de pensamiento económico por derecho propio mucho antes de ser clasificada como tal por la historiografía. Por el contrario, la “escuela clásica de economía” es un término académico, posterior a la cronología que circunscribe, y desconocida para los supuestos miembros en su propia época. En breve, a través de esta comparación llegamos a las siguientes conclusiones: I) L’École des Physiocrats fue una realidad histórica antes de convertirse en asunto historiográfico. II) El término Escuela clásica de economía es el resultado de una visión ampliada de una categoría nacida externa y extemporáneamente. En consecuencia, podemos postular, al menos, dos categorías de escuela, categorías que pueden dar origen a dos clasificaciones: la escuela por derecho propio, y la escuela por designación ajena. Siguiendo este criterio, diremos, por ejemplo, que la escuela marxiana y la austriaca pueden clasificarse como escuela por propio derecho, en tanto que la marginalista y la neoclásica como escuelas por designación ajena. Posteriormente, con la intención de contrastar el mito de la irrelevancia del lado de la demanda en los autores clásicos, hemos examinado algunos ejemplos importantes del papel que desempeña en su sistema analítico. En el sistema de Smith, la demanda eficaz (demanda efectiva) -diferente de la demanda absoluta (potencial)- enfrentada a la cantidad traída al mercado determina el precio de mercado, y este último establece, a su vez, la remuneración de cada una de las partes que componen el precio natural, la asignación de recursos y la tendencia al equilibrio. El interés principal de los Principios de Ricardo son los efectos sobre la renta, los beneficios y los salarios de un aumento persistente de la demanda de productos agrarios en un proceso de crecimiento económico. Sin embargo, Ricardo advierte que, precisamente porque está de acuerdo y acepta las ideas de Smith sobre precio natural y de mercado, cuando habla del valor de cambio, solo está considerando precios naturales. Siendo Malthus el único de estos autores clásicos, que es identificado por la literatura económica como interesado en el lado de la demanda, no podemos hacer otra cosa que subrayar como el exceso de demanda y la insuficiencia de la demanda agregada son los principales protagonistas, respectivamente, de su Ensayo y de sus Principios. J. S. Mill no solamente aceptó la herencia de estos conceptos relacionados con la demanda, sino que al observar su elasticidad explicó las tres formas que esta podía tomar; y al introducir el concepto de demanda recíproca, subrayó la interdependencia de la oferta y la demanda. En consecuencia, hemos mostrado la importancia esencial, para los autores clásicos, de la demanda en términos macro y microeconómicos, y cuan erróneo es el supuesto “contenido” atribuido por la literatura económica a la etiquetada como escuela clásica de economía. El segundo de estos ensayos muestra como partiendo de un hecho material del presente -una inscripción institucional como “En Dios confiamos” en un instrumento monetario cotidiano: un billete o una moneda de dólar- podemos reconstruir la historia del pensamiento de la materia a la cual pertenece dicho objeto -la historia del pensamiento monetario. Tal como vimos, una vez identificadas históricamente la “fe en Dios” y la “fe en el dinero”, respectivamente, con los testimonios literarios del Antiguo Testamento , y el Paper Credit de Thornton; seguimos la cadena de textos económicos para identificar el monetario por medio del hilo conductor de un manual apropiado que se ocupa del contexto histórico y teórico en el cual surgieron; trasladamos a escala reducida el pensamiento monetario que hallamos en el manual de Spiegel preservando su propia estructura; e inmediatamente, la sustituimos por otra con nuevos encabezamientos que expresaban sintéticamente nuestra interpretación. Esta es la forma en que llevamos a cabo nuestra reconstrucción de la factura de la teoría monetaria. Esta reconstrucción nos permite, a su vez, suministrar una explicación sobre los orígenes y naturaleza de un instrumento del presente -dinero fiduciario-, la presencia en el mismo de una declaración de fe -“confiamos en dios”-, y los campos cubiertos por la fe que va de uno a otro. Por lo tanto, por medio de este ejercicio de reconstrucción este artículo revindica la actualidad y las virtudes pedagógicas de la enseñanza de la Historia del Pensamiento Económico. Cualquier profesor en un aula que enseñe a sus estudiantes un billete o moneda de dólar y la paradoja señalada puede explicar la factura de la teoría monetaria siguiendo el camino que nosotros hemos trazado. En cuanto al tercero de estos artículos, la serie de respuestas que intenta contestar a la de las preguntas básicas y derivadas que se haya en su origen, comienza con la constatación de la larga coexistencia de teorías objetivas y subjetivas del valor previa al advenimiento de las escuelas marginalistas. Tal coexistencia no solo incluye la contemporaneidad de estas diferentes teorías, sino también, en muchos casos, la pertenencia de sus ilustres autores a una misma escuela; como, por ejemplo, Quesnay y Turgot, James Mill y Bentham, o Ricardo y Senior. En segundo lugar, se subraya la idea de que existe un legado de conocimientos heredado del pasado que condiciona la producción de teorías que, por ejemplo, caracteriza a una escuela frente a otra. Adicional y paradójicamente, en el caso de los fundadores de las escuelas marginalistas, sucede que el fundamento común de las respectivas construcciones analíticas de Jevons, Menger y Walras -una teoría del valor basada en la utilidad marginal decreciente-, había sido ya previamente enunciado en diversas circunstancias, de diferentes formas y con distintos grados de precisión. Para mostrar este condicionamiento, analizamos la teoría del valor de Ricardo, paradigma de la teoría del valor trabajo de la escuela clásica, y sus elementos constituyentes básicos: utilidad, escasez, y trabajo; mostrando que los dos primeros son conceptos fundamentales en la teoría del valor y del precio tanto en la escuela clásica como en las marginalistas. Además, mostramos como el razonamiento marginal se encuentra en la ley de los rendimientos decrecientes, originalmente formulada impecablemente por Turgot y, no casualmente, redescubierta en Inglaterra como fundamento para la enunciación de la teoría de la renta por Malthus, Ricardo y Torrens. Y como los conceptos de utilidad, marginal y decreciente -aunque Ricardo los aplica, respectivamente, al valor, la tierra, y sus rendimientos-, también proporcionan el fundamento de la teoría del valor común a Jevons, Menger, y Walras. En tercer lugar, debe recordarse la importancia de los Principios de J. S. Mill de 1848. La defensa de principios esenciales de la escuela clásica, como la teoría del valor trabajo, contra los ataques de emergentes rivales; así mismo, la revisión de otros legados clásicos y contribuciones analíticas sobre cuestiones aún no contempladas por ellos; hacen de esta obra el testamento del pensamiento económico de J. S. Mill, al tiempo que señala los límites de la ampliación de la herencia clásica llevada a cabo por uno de sus principales autores. La cuarta de estas respuestas, relaciona el acceso de la economía política a la universidad. Es cierto que Smith, el padre de la economía clásica, fue profesor de la Universidad de Glasgow, más concretamente de filosofía moral, y aunque en sus clases vertió algunas de las ideas fundamentales de La Riqueza de las Naciones, esta obra fue concebida y desarrollada fuera del ámbito académico. Tras Stewart, la Escuela Escocesa entró en decadencia, cortando por tanto el acceso de la economía política a sus universidades. Malthus y los dos Mill enseñaron política económica, en el East India College -la escuela de aprendizaje de los futuros funcionarios de la compañía del mismo nombre-, pero no lo hicieron en universidad inglesa alguna. Ricardo no derivó ningún ingreso de la enseñanza de materia alguna en ninguna institución; al contrario, se debió principalmente a su fortuna que pudiera dedicarse a cultivar y publicar sus propias ideas sobre economía política. En consecuencia, puede sostenerse que la economía política en tiempos de de sus principales autores clásicos estuvo prácticamente ausente de las aulas de las universidades inglesas. La llegada de esta disciplina a la Universidad de Oxford, Cambridge, Belfast y Dublin, vino a acompañada del nacimiento de la economía histórica, aproximadamente, a mediados del S. XIX. En quinto lugar, debe recordarse que durante esos años Gossen, von Thünen y Cournot, habían ya publicado, en todo o en parte, las obras por las que serían reconocidos más tarde como los precursores del marginalismo. Como sexta observación, debe mencionarse que el nacimiento de las escuelas marginalistas sucede en los años setenta de dicho siglo. 1871es el año de la ultima edición de los Principios de J. S. Mill en vida del mismo; pero es también el de la primera de la Theory de Jevons. Cinco años más tarde, en 1876, este autor cesó de usar esta última para sus clases en la Universidad de Manchester, para enseñar su propia teoría en el University College en Londres, en la cual permaneció hasta 1880, muriendo dos años más tarde. También, en 1871, Menger publicó sus Grundsätze, y desde 1879 hasta 1903 impartió sus enseñanzas en la Universidad de Viena. Walras lo hizo en la de Lausanne de 1872 a 1892, publicando en 1874 la primera parte de sus Élements. Finalmente, y basado en las anteriores respuestas parciales, en este séptimo y último punto, he tratado de verificar la capacidad explicativa de estas para derivar una respuesta final a la cuestión que originó este trabajo. La sustitución de la teoría del valor-trabajo por la de la utilidad marginal en la corriente principal de la economía política fue el resultado de largo y complejo proceso en el que intervinieron una multitud de factores de diversa naturaleza y duración histórica. Hasta entonces, aunque predominantes, numerosas teorías objetivas, principalmente basadas en el trabajo o en el coste de producción, habíanse formulado al mismo tiempo y, a veces, dentro de la misma escuela que las subjetivas, basadas fundamentalmente en la utilidad y la escasez. Este conjunto de teorías formó parte de la herencia que, en proporciones variables y por diferentes caminos, heredaron los fundadores de las escuelas marginalistas. El fundamento común de sus respectivas construcciones analíticas fue una teoría subjetiva del valor basada en la utilidad y en la escasez -o, más precisamente, en la utilidad marginal decreciente-, que excluía el trabajo; siendo la utilidad, la escasez y el trabajo los tres elementos esenciales de la teoría ricardiana del valor, expresión última de la clásica. Los principales autores de esta última no llegaron a explicar su economía política en las universidades inglesas porque en su tiempo esta disciplina estaba escasamente representada en ellas. Fue la emergente Economía Histórica la escuela que a mediados del siglo XIX desembarcó no solo en esas universidades sino también en las irlandesas y las alemanas. Pero en la década de los años setenta del mismo siglo Jevons, Menger y Walras publicaron las obras y enseñaron en las universidades a través de las 9 cuales sus escuelas son hoy recordadas. Excluido el trabajo, pero no la escasez ni la utilidad, que son su antiguo y común fundamento, aceptada ya la economía política en las universidades y habiendo sido dejada de lado en ellas la Economía Histórica, estéril en la producción de teorías alternativas, al doblar tal siglo, la teoría basada en la utilidad acabo reemplazando a la teoría del valor trabajo en la corriente principal de la economía. La primera de las observaciones finales de la cuarta de estas investigaciones es que nuestra hipótesis inicial de la posible afinidad entre las teorías del valor del autor juzgado y su juez deviene paradigmática en el caso de Marx y Petty; sin embargo, el juicio de Jevons sobre el Ensayo de Cantillon no está sesgado por ninguna afinidad o coincidencia entre sus respectivas teorías del valor. La teoría del valor de Cantillon - “valor intrínseco” en palabras suyas, “coste de producción” en las nuestras-, se basa en la tierra y en el trabajo, una teoría que nosotros clasificamos entre las teorías objetivas del valor; la teoría del valor de Jevons se fundamenta en el principio de la utilidad marginal decreciente, una teoría subjetiva del valor. La segunda es que Marx dedica, en los trabajos examinados, mucho más espacio y un lugar mejor a Smith que a Petty, su atribución de paternidad a este último no significa que su razón esté afectada por filiación alguna, reconociendo tanto las contribuciones como los errores de ambos. Como tercera, se observa que en cuanto a Jevons, La Riqueza de las Naciones es el referente en la ponderación final del valor del Ensayo de Cantillon. Desde un punto de vista histórico, pero también desde uno teórico, concluimos repitiendo con Marx que William Petty fue el padre de la economía política inglesa, con Jevons que el Ensayo de Cantillon es el primer tratado de economía y con la mayoría de los economistas actuales que Smith fue el padre de la economía moderna y su cuna La Riqueza de las Naciones. La primera de las conclusiones a que llega el quinto artículo es que para los bancos “el tiempo es dinero” porque para realizar su negocio -transformando depósitos en préstamos- convierten los términos de tiempo de los primeros en los de los segundos. Y también porque la diversidad y falta de coincidencia de los tiempos y de las cantidades y calidades de las entradas y salidas de efectivo, les permite crear dinero bancario o depósitos. La segunda, al mostrar la evidente simultaneidad de tiempo y vida, distingue dos genéricos empleos del tiempo: en trabajo y en no trabajo; como el coste de oportunidad de ambos empleos puede medirse en términos monetarios, concluimos que cualquier empleo de tiempo puede ser medido en dinero. La tercera plantea el proceso del empleo del tiempo en trabajo en una economía cuyo modelo operativo es el descrito por Smith en La Riqueza de las Naciones. De acuerdo con este, el tiempo de trabajo es una clase de tiempo que puede ser intercambiado por dinero, y el dinero puede comprar una clase de tiempo que es el tiempo de trabajo. Por lo tanto, en términos de trabajo, el tiempo es dinero, y el dinero es tiempo. Parece que estas tres respuestas muestran que lo que Franklin declaró y que nosotros hemos analizado en términos económicos él lo explicó con ejemplos, es decir que “El tiempo es dinero”. Por último, pero no menos importante, con el propósito de mostrar el sentido práctico para la economía de esta investigación, mostramos la aplicación de las tres respuestas encontradas para ilustrar el trade-off entre tiempo y dinero en las recientes crisis europeas. El sexto y último de estos ensayos observa que entre las concepciones creadas desde el nacimiento del análisis económico hasta del advenimiento de la fisiocracia y los autores clásicos, el más general y completo de los conceptos utilizados en la materia 10 sucesivamente analizada es específicamente el de riqueza: como la relativa al Oikos- Nomos del ciudadano griego; la que debe ser compartida por el creyente cristiano medieval para combatir la pobreza por medio de la caridad; y la de la nación en la edad moderna como consecuencia de los metales preciosos acumulados por medio del comercio exterior. Estas razones nos llevan a entender, que no es por azar que la más famosa de las obras de la etapa siguiente del pensamiento económico tenga un título como La Riqueza de las Naciones; pero que incorpora una explicación muy diferente del contenido del término riqueza que hemos ido viendo hasta ahora. Con la llegada de la fisiocracia los conceptos de riqueza y trabajo devienen inseparables; criticando las doctrinas mercantilistas basadas en la identificación de la riqueza con los metales preciosos. Los fisiócratas identifican la clase productiva con los campesinos pues su trabajo es el único capaz de generar un produit net que sirve para mantener a las demás clases: la clase de los terratenientes o mixta y la clase estéril que incluye a los artesanos, comerciantes e industriales. Quesnay demuestra -con ejemplos numéricos- en su Tableau Economique, como la interacción de estas tres clases produce y reproduce el producto nacional. Todos los autores clásicos identifican riqueza y trabajo; y esa es la razón por la que todos defienden una teoría del valor basada también en el trabajo. Smith amplió el carácter de la clase de trabajo considerado como productivo por los fisiócratas, incluyendo también en él, el trabajo de los artesanos, comerciantes e industriales; identificando el origen de la riqueza, sobre todo, con la división del trabajo. Ricardo desarrolló el análisis económico en términos muy abstractos pero respondiendo a problemas muy concretos sobre la distribución del producto nacional que afectaban al crecimiento de la riqueza de su país. Malthus es el autor que estudió la insuficiencia de la demanda o de la oferta en términos agregados. J. S. Mill amplió el campo de la Economía Política incluyendo una atención especial a la mejora de las condiciones de las clases trabajadoras. En consecuencia, podemos concluir que la Economía Política devino por medio de los autores clásicos un pensamiento autónomo y autosostenido; no solo capaz de desarrollar un análisis completo del proceso de la creación y distribución del producto nacional; sino de crear teorías cuyo origen es encontrar una respuesta a cuestiones económicas esenciales y prácticas. Las críticas sucesivas de la economía clásica por la escuela histórica y las marginalistas -la primera sustituyendo su método deductivo por otro histórico, la última reemplazando su teoría del valor basada en el trabajo por otra basada en la utilidad- hicieron posible la entrada de la economía en la universidad y una reducción de su materia desde cuestiones macro a microeconómicas. Pero también esta sucesiva doble metamorfosis transformó de otras maneras cruciales la economía: en lugar de política devino teórica, pero incorporando teorías desconectadas de los problemas económicos prácticos, contrariamente a lo que los autores clásicos habían hecho. Olvidando la cuestión de la producción y la distribución de la riqueza de una nación, los autores marginalistas prestaron atención preferente a la cuestión de la utilidad. La crítica marxiana, paradójicamente, como resultado inesperado, representó la supervivencia y desarrollo de la teoría clásica del valor. Marshall supuso una síntesis entre la herencia de los autores clásicos y marginalismo en términos de oferta y demanda. Esta fusión proporcionó a su Economía un sentido mucho más realista que el de las obras marginalistas; junto a un análisis de algunas cuestiones macroeconómicas. Fue precisamente a causa de las insuficiencias teóricas neoclásicas y, en consecuencia, de su incapacidad de prescribir políticas para luchar contra el desempleo masivo que presidió la crisis de los años 1930, que Keynes escribió su Teoría general. En este trabajo criticaba la economía clásica y neoclásica pero también supuso una vuelta a la macroeconomía de la tradición clásica de una teoría general originada por problemas particulares. Con Keynes la economía, previamente establecida en la universidad por los marginalistas, adquiere una nueva escuela; una más de las muchas que se establecerán a partir de entonces. Frisch representa el nacimiento de la econometría, el progreso de la construcción de modelos matemáticos y el establecimiento de los fundamentos para la medición estadística de su grado de evidencia empírica; un nuevo ropaje que aproxima la economía a las ciencias exactas. Hemos concluido que la economía actual -entendiendo por ella la síntesis neoclásica-keynesiana que puede hallarse en cualquier manual al uso- es el resultado de sucesivos nombres distintos y contenidos pretéritos; de los cuales hemos mostrado los más importantes y también tratado de explicar las razones básicas para contestar a las cuestiones relativas a “De oikos-nomos a la econometria”. Pero aún queda la otra parte de la cuestión, la más abstracta: “¿Ha cambiado la naturaleza de la economía?” En base a las respuestas previas, podemos concluir que desde la Economía devino -por medio de los autores clásicos-, un pensamiento autónomo y autosostenido, no podemos hablar de un cambio de su naturaleza; no obstante, en su evolución ha experimentado rupturas, pero también recuperaciones en su forma y su contenido por razones internas y externas; su consolidación académica ha sido paralela a su proliferación en forma de escuelas, a una progresiva especialización simultánea a una ampliación del área en tanto que objeto de estudio. De la serie de observaciones, respuestas, y conclusiones finales de estas seis investigaciones, dos de ellas son las que mejor ilustran la utilización de la Historia del Pensamiento Económico como recurso pedagógico y analítico, respectivamente. La conclusión ultima del ensayo del segundo capítulo -“`Confiamos en Dios´: de la Biblia al Paper Credit de Thornton (Una reconstrucción de la factura de la teoría monetaria)”-, es que este constituye un paradigma de la vigencia y ventajas didácticas de la Historia del Pensamiento Económico. En cuanto a sus virtudes analíticas, se encuentran encarnadas de la manera más ejemplar en el trabajo expuesto en el quinto capítulo - “¿`El Tiempo es Dinero´? Bancos, Coste de Oportunidad, Trabajo, y Recientes Crisis Europeas”: este artículo, se dirige al Análisis Económico en búsqueda de una posible justificación a la identidad que cuestiona, por ello acude a su Historia en busca de ideas o teorías que relacionen tiempo y dinero ; no encontrando en ella ni en la literatura especializada de los últimos tres cuartos de siglo una respuesta ajustada, pero si el tipo de interés como resultado coincidente de esa doble indagación, punto de partida para la formulación de tres respuestas originales del doctorando; y embrión de la futura línea de investigación prioritaria del mismo. En definitiva, si en las primeras líneas de la Introducción se señalaba la Historia del Pensamiento Económico como el más sobresaliente de los vínculos de las investigaciones que presentaba, sus inmediatas reseñas, las versiones integras recogidas en sus posteriores capítulos, y los compendios de observaciones, respuestas y conclusiones finales de éste siguiente y ultimo, no han hecho más que ratificar su reiterada aparición en estas indagaciones: por la ventaja numérica en la materia a la que pertenece el objeto de estudio, como fuente , recurso metodológico constante, paradigma pedagógico y recurso analítico. Razones todas estas por las cuales pueden presentarse estas seis investigaciones como tesis doctoral bajo un rotulo que pretende aunar sus diversos contenidos: “Apariencia y Realidad en el Pensamiento Económico: Su Historia como Recurso Metodológico, Pedagógico y Analítico”. BIBLIOGRAFIA CONSULTADA CAPÍTULO I Keynes, J. M. 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