Elementos para una crítica de la razón desiderativaHume, Freud y el (des)gobierno económico

  1. Ojeda Couchoud, Santiago
Dirigida por:
  1. Jesús M. Díaz Álvarez Director

Universidad de defensa: UNED. Universidad Nacional de Educación a Distancia

Fecha de defensa: 10 de febrero de 2016

Tribunal:
  1. José María Martínez-Val Peñalosa Presidente/a
  2. José María Rosales Jaime Secretario/a
  3. Miguel García-Baró López Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

Todo grupo humano necesita para mantenerse y prosperar al menos un lenguaje común que permita a sus miembros coordinarse en la persecución de sus objetivos comunes. Igualmente necesita un trasfondo compartido de premisas sobre lo que constituye una razón válida que les permita persuadirse unos a otros de los mejores medios para perseguir esos objetivos. La tesis define ese conjunto de premisas como la razón dominante, propia de cada época y civilización, y caracteriza a la razón dominante en nuestros días como razón "desiderativa", para la que el fin último de la vida es satisfacer deseos, la posición social viene determinada por el dinero que se posee, y todos los deseos son manifestaciones de un único deseo inteligible: alcanzar la máxima posición posible en la escala social. La tesis presenta la evolución de la razón dominante desde mediados del S. XVIII (razón "barroca", que postulaba que el fin último de la vida era hacer mérito para la otra vida, la posición social venía determinada por la clase en que se hubiese nacido y los deseos se entendían como la satisfacción de las necesidades básicas para sobrevivir). Se centra en el panorama intelectual y la obra de dos figuras claves en su evolución: David Hume (que seculariza el fin último de la vida a través de su escepticismo en la posibilidad de una vida futura, pero también ilustra las limitaciones de una moral basada en la persecución de emociones placenteras individuales) y Sigmund Freud (que populariza una comprensión de los deseos como manifestaciones de una fuerza interior que no podemos ni negar ni reorientar, sólo podemos revestir de una pátina de sociabilidad que nos obliga a estar siempre vigilantes, y que impide la asignación de verdadero valor moral a nuestros semejantes). Finalmente, establece una serie de paralelismos entre la evolución histórica de cinco dimensiones características de esa razón dominante (fundamentos ontológico, epistemológico, antropológico y ético) y otras cinco características de la realidad socioeconómica en que se configura ésta (libertad de mercado, propiedad de los medios de producción, tasa de crecimiento de la producción de bienes y servicios, igualdad en la distribución de la renta y forma de pago dominante) y aporta, como elemento de crítica final, la imposibilidad de la razón dominante actual para dar respuesta a los principales desafíos de nuestra época y por ello, apunta hacia las posibles características de una razón futura que la supere.