Relaciones internas en la hermandad de Álava. Crisis durante los siglos XVI y XVII
- Sánchez Cuesta, Juan José
- Juan Antonio Sánchez Belén Doktorvater
Universität der Verteidigung: UNED. Universidad Nacional de Educación a Distancia
Fecha de defensa: 09 von Februar von 2016
- Juan Manuel Carretero Zamora Präsident/in
- José María Iñurritegui Rodríguez Sekretär
- Virginia León Sanz Vocal
Art: Dissertation
Zusammenfassung
Es la interpretación histórica del paso de la Hermandad de Álava, surgida tras Ordenanzas de 1463, a ser el órgano político que gobernó la provincia, abordado desde una perspectiva interna, es decir, a partir de lo acaecido en las juntas, general y particular, que dirigían los destinos de la institución. Partiendo del apoyo de la Corona, la ciudad de Vitoria se constituyó en el polo en torno al cual se cohesionó la Hermandad de Álava, pues en ella tenía depositada su confianza. La Hermandad, estructurada orgánicamente ya en el primer tercio del siglo XVI, hubo de perfilar su ideal político. Decantándose dos posturas: la de aquellos que consideraban que la Hermandad no debía ir más allá de los fines para los que se había creado, entendiendo por tal la persecución y castigo de malhechores, conservando la idiosincrasia de cada uno de sus componentes, y, la de quienes la vieron como una plataforma a partir de la cual se podía levantar un aparato de gobierno que abarcase toda la jurisdicción creada, lo que conllevaba una centralización del poder hasta entonces disperso. Esta última concepción de la Hermandad, liderada por el patriciado urbano de Vitoria, que contó con la aquiescencia real y el dominio "de facto" de la junta sería la que prevalecería. Para llegar a imponer la junta esta última idea, procedió a sustraer el poder de quienes hasta entonces lo detentaban en el territorio: señoríos, hermandades locales, juntas,..., utilizando como medio la justicia de hermandad y la aprobación de ordenanzas, amparadas en los privilegios, libertades y exenciones que disponían y juraron respetar los Reyes Católicos, haciéndolos extensivos a todos los alaveses, y su apoyo político y el de los siguientes monarcas que no sólo confirmaron, sino que ampliaron de acuerdo también a sus intereses. Esta actividad política creó diversas crisis en los dos siglos, al abrirse situaciones nuevas que fueron rechazadas por quienes deseaban mantener la idiosincrasia local o sus privilegios estamentales. Frente al proceso centralizador de la junta, que buscaba la universalidad e igualdad contributiva, la homogeneización legislativa y el reconocimiento de la justicia de hermandad prevaleciendo sobre la señorial y la ordinaria local. Se abrió un fuerte rechazo en las Tierras de Ayala que, ancladas al viejo régimen clientelar feudal, la Hermandad y la Corona se habían propuesto desterrar. Suponiendo un continuado y sistemático problema para la integridad territorial y política de la provincia. Y aunque las agentes que estimularon estos rechazos fueron de origen diferentes en el siglo XVI al de finales del XVII, pusieron en peligro la estabilidad y la consolidación institucional. Utilizando las Tierras de Ayala el impago de los repartimientos y la obstaculización a la aprobación de los decretos provinciales, esencialmente, como instrumentos para el colapso hermandino. Siendo superado por la capacidad financiera y política del patriciado urbano de Vitoria. Superpuesta a esta fase de consolidación, se emprendió, a lo largo del siglo XVII, un período de expansión política, dirigida a crear un sentimiento colectivo de pertenencia a una jurisdicción singular, apoyada en ceremoniales, propaganda, iconografía religiosa, pero sobre todo, en una cada vez mayor capacidad competencial. De tal forma, que a finales de éste siglo, el reconocimiento de la junta como ente de gobierno fuera y dentro de la provincia no era puesto en entredicho como al comienzo de su andadura, demostrando el estado de madurez al que había llegado la institución.