Una autoetnografía del racismo en la Academia de Ecuador

  1. Gómez Abeledo, Guadalupe
Dirigida por:
  1. Margarita del Olmo Pintado Director/a
  2. Fernando Monge Martínez Director

Universidad de defensa: UNED. Universidad Nacional de Educación a Distancia

Fecha de defensa: 30 de noviembre de 2019

Tribunal:
  1. Maria Caterina La Barbera Presidente/a
  2. Carmen Osuna Nevado Secretaria
  3. Patricia María Henríquez Coronel Vocal

Tipo: Tesis

Teseo: 628174 DIALNET

Resumen

Resumen El racismo en la Academia, en la Academia ecuatoriana. El trabajo de investigación de la tesis que presento es el resultado de mi convivencia en Ecuador con las personas que en el campo — entendido como lugar de investigación—hemos estado en algún momento colaborando, a lo largo de cuarenta meses. La posición política me ha hecho adoptar unos conceptos y no otros, por eso cuando me preguntan sobre por qué llamo racismo a las discriminaciones negativas de los grupos dominantes sobre los subalternizados no dudo en explicar una y otra vez que la subalternización es una construcción del grupo dominante, y no es “verdad”, es “interés”. Ecuador estaba viviendo un proceso llamado “revolución ciudadana”. Personalizada en la toma del poder de Correa en 2007 y que facilitó la incorporación de docentes extranjeros y extranjeras a la Academia ecuatoriana. Comprender los tejidos de relaciones sociales ocupa mi vida, y no me dejaría espacio para otra cosa si pretendiese esclarecer todas las zonas oscuras. El esfuerzo por ser con los y las ecuatorianas y ecuatorianos ha ordenado mi trabajo a lo largo de los cuarenta meses. No siempre lo he conseguido, pero creo haberlo intentado. La tesis es el objetivo pero, todas y todos los que hemos contribuido somos la vida, y no creo que haya habido “objeto de estudio”, en sentido estricto. Somos sujetos de vida investigada. La tesis tiene sus etapas y sus itinerarios hacia adelante y hacia atrás. Ha estado muy lejos de ser una línea recta ascendente. Se ha retorcido, complicado y girado. Mi objetivo principal era analizar el racismo en las relaciones entre profesores/as e investigadores/as extranjeros/as y nacionales en Ecuador, partiendo del concepto de “diglosia convivencial” entendiendo por ésta las relaciones asimétricas de poder que se dan en un mismo territorio y que muestran como resultado privilegios de unos/as sobre otros/as. El racismo no es un centro de interés para la investigación en España. Intenté encontrar teorías, conceptos, autores/as que me ayudasen para construir el marco teórico. El estado de la cuestión se ha construido en mayor medida, en otros lugares, en otros idiomas. En España el racismo reposa en las mentes y las obras de muy pocos/as investigadores/as. Aunque yo contaba con la dirección de Margarita del Olmo y esa ventaja me ha acompañado. Si en España no pude hallar todo lo que habría querido, en el otro polo, en Ecuador el desierto teórico fue mayor. No existen investigaciones sobre el racismo en la Academia ecuatoriana entre docentes e investigadores/as. Otros muchos trabajos aproximan zonas de contacto con mi investigación y me resultaron ineludibles. Si he de describir mi aproximación teórica al racismo pongo en el centro el trabajo de mi directora de tesis y alrededor muchos afluentes que fueron llenando las posibilidades de comprender y, sobre todo de discutir mis aproximaciones teóricas, mis teorizaciones. Teorías decoloniales; nacionalismo metodológico; emic-gración de profesores/as en la Academia ecuatoriana; diglosia convivencial; interculturalidad crítica y relativismo cultural. Mis indispensables son teorías, autores/as y conceptos que me han ayudado a comprender y a explicar. Desconozco hasta qué punto estoy penetrada por muchas otras teorías, sin embargo, no dudo de que se destilarán a lo largo de la tesis. El feminismo y concretamente la interseccionalidad como concepto explicador no tienen un lugar en el índice, porque necesito la libertad de que discurran, como parte de mí, como activismo más que como marco teórico que desplegar. El giro decolonial fue para mí un giro mental. Comprendí que, si no buceaba en los y las autoras regionales y locales, no iba a ser capaz de comprender cómo y por qué utilizaba una metodología y a qué intereses respondían sus instrumentos, de esta forma la teoría me ha ayudado a pensar mi racismo como investigadora. Si he conseguido utilizar las herramientas de la investigación, con menos sesgos racistas, las teorías decoloniales, sin duda son en gran parte responsables. La decisión inicial era utilizar la etnografía y así comencé a seleccionar las herramientas que creía me serían más útiles. Y de ese modo abrí la primera página de mi diario de campo, más tarde la observación participante se convirtió en la vida y finalmente las entrevistas abiertas, como una apuesta contundente por el diálogo entre nuestras voces. Todas estas decisiones me sirvieron para girar hacia la autoetnografía. La diferencia entre etnografía y autoetnografía la he contemplado como la diferencia entre estar con el campo y ser con el campo. Ser con el campo y relatar el humo. El humo me impregna cuando estoy un largo tiempo expuesta a él. Muchos de los recuerdos de mi infancia tienen olor a humo y esa sensación de inundarlo todo, la ropa, el aire, la saliva, las paredes y su capacidad de aparecer al día siguiente transfigurado en un olor más intenso, y menos amable. La autoetnografía es pues no sólo estar expuesta al humo compartiendo la hoguera y relatando la experiencia de los y las que rodean el fuego. Es también contar cómo ese humo penetró en los tejidos de mi ropa, en mi piel y cómo la experiencia compartida tiene notas que sólo yo percibo. Ahondando en los y las autoras que han utilizado y explican la autoetnografía me he encontrado con sorpresas, como que tampoco tienen claro qué es la autoetnografía o que escribían lo que yo pensaba y no las conocía con anterioridad. Otra gran sorpresa es su forma de escribir que parece más epistolar que académica, y esa capacidad de agrandar lo cotidiano y hacerlo aparecer como académico. Las mujeres que me han influido más han sido Carmen Gregorio Gil de la Universidad de Granada en España y Carolyn Ellis de Virginia (Estados Unidos) y vinculada a la Universidad del Sur de Florida. La metodología, en este caso la elección, tiene un sentido de “locus reivindicación”. Contextualizar la decisión metodológica me ayuda a explicar cómo el campo ha condicionado decisiones que además de la orientación de la directora de la tesis fueron fruto de los giros que produjo en mí un nuevo país, un nuevo continente, una nueva Academia y sobre todo el poner las gafas de observación de la sutilidad. En cuanto a los resultados en Ecuador los y las profesoras extranjeras no tenemos los mismos derechos que los y las ecuatorianas, pero también en ocasiones se puede abusar del desconocimiento “del otro”, en este caso de las pequeñas grietas que vamos encontrando en el sistema de convalidación entre países diferentes. La propuesta de diglosia convivencial como concepto explicador vertebra el análisis. Diglosia convivencial se va gestando a lo largo de los últimos cinco años y es ahora cuando pretendo evaluar su validez a través de la utilidad como base de análisis de los resultados. La diglosia convivencial como concepto explicador del racismo en la Academia ecuatoriana tiene una estructura interna de subconceptos clave que la configuran y explican: Cultura hegemónica; Lógica ajena; Ideología; Tolerancia liberal; Vaciado de sustancia; Racismo epistémico; Identidad inevitable; Garantía cultural: Clasificación, Desigualdad de poder y Territorio. Las categorías que llamo subconceptos nacen de los aportes teóricos en diálogo con la experiencia en el campo. Las teorías han tomado forma de afluentes que desembocan en el campo a través de mi experiencia. He adaptado ideas y conceptos a la necesidad de explicarme. Mis adaptaciones son fruto del terreno, y no sería honesta si atribuyese totalmente a los y las autoras los subconceptos, o si negase cómo los he redibujado para la tesis. Es fácil comprender que clasificación tiene un núcleo duro de significado que considero comprensible para cualquier situación. Cada persona que utiliza el verbo lo adapta al contexto que quiere iluminar, esclarecer o matizar, en mi caso la clasificación tiene también matices que tienen su apoyatura en lo que quiero explicar. Así cada uno de los once subconceptos no los defiendo como originales, los veo como adaptaciones a lo que necesito aclarar. En ocasiones tienen una clara referencia a algún o alguna autora. Así que, aunque ningún subconcepto de diglosia convivencial me pertenece en su totalidad a todos le he dado sentido en el campo, donde me asaltaban autores y autoras que, me ayudaban a pensar qué y cómo ocurrían y discurrían los procesos de integración y/o desintegración. En el caso del racismo, la diglosia convivencial es un bisturí analítico que me ayuda a cortar tejidos, a hacer una ablación social. Cada punto profundiza en cada una de las causas que yo he imaginado como colaboradoras necesarias para la arquitectura racista. Concluyo que investigar racismo en la Academia es una necesidad y lo afirmo porque creo que estamos o deberíamos estar más abiertos/as a la autoobservación para poder vincular las respuestas con la ciudadanía. La habilidad del racismo para su supervivencia es el privilegio que imaginan grupos como derecho de vivir mejor que “lo/as otros/as”, porque de una u otra forma lo merecen, y que este “derecho privilegiado” se naturalice es la estrategia que se reinventa. La habilidad la entiendo como una forma de construir fácilmente estrategias sutiles que consigan naturalizar relaciones asimétricas sobre grupos que en ocasiones ya saben, y por tanto padecen “irreversiblemente” la desventaja. Las desventajas no siempre son visibles, develarlas es también trabajo sutil de la investigación antirracista. En esta medida la tesis además de una teorización de la investigación es una forma de enfocar desventajas que se han construido como “irreversibles”, y mostrar que son construcciones reversibles si las estrategias racistas se desenmascaran. La sutilidad racista se basa en la infiltración aparentemente inocua porque ser verdugo y parecerlo no es lo que hace pervivir al racismo. El racismo brutal encuentra más dificultades de pervivencia por la fragilidad, cuando no falacia de sus argumentaciones. Argumentaciones biologicistas de la categoría “raza” ya no tienen sustento académico, y es complicado desde la propia Academia que el lugar de enunciación sea biologicista ya sea por sexo, piel u otras características físicas. Finalmente creo que el investigar la convivencia entre docentes extranjeros nacionales y extranjeros/as en la Academia ecuatoriana hecha por una extranjera abre la posibilidad de que los y las compañeras ecuatorianas también elaboren su propuesta desde su posición. Entrevistar a mis compañeros/as ecuatorianos/as sobre cuál es su perspectiva de convivencia con los y las extranjeras sería muy relevante para poder compararla con mi trabajo.