La política de instrucción pública en Cuba (1863-1898)el problema de la segunda enseñanza
- Cañizares Márquez, José Antonio
- Ángeles Lario Director
Universidade de defensa: UNED. Universidad Nacional de Educación a Distancia
Fecha de defensa: 30 de novembro de 2019
- José Antonio Piqueras Arenas Presidente/a
- Olegario Negrín Fajardo Secretario
- Manuel Hernández González Vogal
Tipo: Tese
Resumo
El objeto de estudio de la tesis doctoral considera cuatro aspectos fundamentales de la política colonial de segunda enseñanza en Cuba de 1863 a 1898: los estudios, los establecimientos de enseñanza, el papel del profesorado público en la expansión de las ideas independentistas y el gobierno y administración de la instrucción pública. Principalmente nos interesa profundizar en el estudio de los catedráticos de institutos públicos como colaboradores de la causa independentista y el establecimiento, reforma y supresión de institutos de segunda enseñanza por motivaciones políticas. El propósito académico de esta tesis se centra en describir y analizar los orígenes, las causas y consecuencias que provocaron las políticas educativas de segunda enseñanza en Cuba y su influencia como factor de nacionalización, así como sus características y significación histórica como reflejo de la política imperial. Los objetivos de esta investigación no sólo pretenden contribuir al estudio del independentismo en Cuba, sino que también pueden ayudar a consolidar los estudios de acción colectiva poco frecuentes en la historiografía española. En cuanto al estado de la cuestión, el estudio de la segunda enseñanza en Cuba en la etapa colonial es un campo poco explorado por investigadores españoles. A pesar del tiempo transcurrido, un siglo y medio, no ha habido aproximaciones académicas de carácter monográfico al estudio de la participación política de los catedráticos de instituto en el proceso independentista cubano en la segunda mitad del siglo XIX. Con estas limitaciones para nuestra investigación, hemos recurrido a las fuentes primarias depositadas en los archivos de Cuba y España, en la Biblioteca Nacional de España y en la Biblioteca Nacional José Martí de La Habana. He utilizado metodologías transversales, comparativas e interdisciplinares para analizar la política educativa de segunda enseñanza en Cuba como reflejo de la política imperial, considerando las aportaciones de la sociología histórica de tradición weberiana y aplicando técnicas de carácter cualitativo y cuantitativo. Algunos de los registros sobre la participación de los catedráticos en el proceso independentista se han obtenido de modo indirecto, ya que algunos expedientes no están localizables, pero se ha podido atestiguar su participación en el proceso cuando aparecía alguna reseña de embargo de bienes en la Gaceta de la Habana, lo que significa que previamente habían sido declarados infidentes. A partir de estas fuentes primarias hemos intentado construir un análisis histórico explorando la prosopografía como método de estudio de las trayectorias vitales de los protagonistas, también hemos tenido en cuenta la dimensión sociológica y discursiva y la significación histórica de relaciones de dominio colonia-metrópoli. En la reconstrucción secuencial de los hechos de nuestra investigación nos interesa el análisis causal, interpretar y explicar el protagonismo histórico y la acción colectiva de los catedráticos de instituto por medio de la búsqueda de regularidades causales. La estructura de la investigación se ha dividido en dos partes fundamentales a lo largo de ocho capítulos que abordan los contenidos según la metodología descrita anteriormente. La primera parte es una aproximación a la educación en Cuba como reflejo de la política imperial en el siglo XIX y la segunda parte se centra en el protagonismo de los catedráticos en el proceso independentista y la supresión de los institutos. Al final, se aportan las conclusiones de la investigación, las fuentes documentales y bibliográficas utilizadas y un apéndice documental. Para un conocimiento general de la etapa objeto de estudio (1863-1898) hay que considerar los antecedentes, ya que a partir de la Constitución de 1837 se establecen leyes especiales en Cuba que suponen el aislamiento de la isla del proceso liberal peninsular y ese proceso marcó el origen de la ruptura cubana. En la segunda mitad del siglo XIX los gobiernos liberales de la metrópoli tuvieron que plantearse qué política educativa establecían en la isla de Cuba para satisfacer las necesidades de las élites antillanas, para ello se diseñó un plan de estudios con el objetivo de dar respuestas a esas demandas. El plan de instrucción pública para la isla de Cuba de 1863 se basa en la ley de 1857 de la península, sin embargo, no se aplica de forma similar. Este plan desgajaba de la Universidad de La Habana los estudios de segunda enseñanza y disponía la creación de los institutos de La Habana, Santiago de Cuba, Matanzas y Puerto Príncipe. El inicio de la insurrección en 1868 deterioró la enseñanza en la isla, muchos catedráticos de segunda enseñanza ejercieron un papel destacado alineándose con las tendencias independentistas y colaborando en la insurrección, sobre todo en la zona oriental de la isla. La hipótesis central de esta tesis doctoral se apoya en la creencia de que, desde 1868, el papel de los catedráticos de instituto en el proceso independentista cubano no fue un hecho residual, sino que, tanto por el número de catedráticos implicados en el proceso como por la respuesta del gobierno español a esa rebelión, el protagonismo de los catedráticos fue muy relevante en el acontecer político de la colonia. Una hipótesis secundaria considera que las leyes, decretos y reglamentos que se dictaron para la isla de Cuba sobre la segunda enseñanza, aunque eran similares a la legislación peninsular se aplicaron de una forma desigual. Esta investigación verifica la hipótesis de que los catedráticos de institutos de segunda enseñanza ejercieron un importante protagonismo en el proceso independentista cubano desde 1868 hasta el final de la soberanía española en la isla en 1898 y principalmente en la etapa de la Guerra de los Diez Años. Teniendo en cuenta la relevancia extraordinaria de la colonia de Cuba en el contexto de la política imperial española, la hipótesis plantea que la relevancia de los catedráticos en el proceso independentista es un hecho digno de interés científico que debe ser analizado con perspectiva histórica. Esta investigación intenta rescatar del olvido a estos protagonistas y sacar a la luz un tema insuficientemente investigado en las historiografías española y cubana. A través de los expedientes se pueden narrar diversas historias del conflicto existente entre colonia y metrópoli. Toda investigación surge de una serie de preguntas o interrogantes científicos a los que se pretende dar respuesta. Para que el análisis sea significativo es muy importante que la pregunta tenga relevancia política, ¿es nuestro tema políticamente relevante para justificar su planteamiento? Entendemos que sí. Con estas consideraciones iniciales, nos interesan las preguntas centradas en la dinámica del proceso y el papel de los actores, se pretende indagar, entre otros aspectos relevantes, sobre los motivos que llevaron a un porcentaje muy significativo de catedráticos a la insurrección, cómo variaban los procesos en los institutos de las distintas regiones geográficas y cuáles se vieron más afectadas por la insurrección. A lo largo de esta investigación doctoral damos respuesta a los interrogantes aquí planteados. Hemos cuantificado en un 65 por ciento el porcentaje de catedráticos declarados infidentes por participar en la insurrección de 1868, su procedencia, es decir, si eran españoles o criollos, su formación académica, la variación de los procesos independentistas en los institutos de las distintas regiones geográficas y cuáles se vieron más afectadas por los delitos de infidencia. Consideramos la educación impartida en Cuba en el siglo XIX como un factor de nacionalización de las élites criollas. Desde la metrópoli existía una obsesión con la idea de la patria en peligro, una reiterada llamada a sentir la grandeza de la madre patria y se intentaba españolizar a los jóvenes cubanos a través de una instrumentalización nacionalista del sistema educativo. En el devenir de la identidad nacional como proceso histórico-cultural, los catedráticos de institutos públicos tuvieron un relevante protagonismo, como queda reflejado en la investigación, muchos catedráticos fueron cesados en la etapa de la Guerra Grande por motivos políticos. A partir de entonces se hizo patente la existencia de la nación cubana, y de su identidad como pueblo, aunque la conciencia nacional había comenzado a configurarse desde 1837 con las leyes especiales que la Constitución establecía para los territorios de ultramar. Si el colonialismo y el imperialismo constituían la causa fundamental de la negación de la nación cubana, la lucha contra ellos era la reafirmación primaria de la nación y la expresión más fuerte de identidad, las autoridades de la metrópoli eran conscientes de la importancia del sistema educativo como elemento de integración social y de vertebración política, por ello se centraron en la vigilancia de los catedráticos. Las políticas coloniales aplicadas en Cuba en el siglo XIX fueron el resultado de unos procesos históricos imperialistas que impusieron las condiciones de dependencia que tuvieron su reflejo en la educación. La segunda enseñanza que transmitían la mayoría de los catedráticos en Cuba en las etapas iniciales de la Guerra de los Diez Años estaba marcada por la idea de la conversión de la nacionalidad en nación a partir del proceso de colaboración de los profesores con las élites burguesas y las demás capas sociales que se van sumando al ideal independentista, y en ese contexto ni el anexionismo ni el reformismo podían ser las soluciones para la cuestión cubana, si lo podría haber sido una autonomía plena (único medio de salvar la unidad amenazada) como la que dieron los ingleses a Canadá, y que en 1869 defendía la élite burguesa habanera. En el capítulo primero examinamos la esclavitud, industria azucarera y enseñanza de niños “de color” en la política colonial del siglo XIX en Cuba. Analizamos el paso de la sociedad esclavista a la revolución independentista y el surgimiento de la nacionalidad cubana. Las principales corrientes políticas en Cuba fueron el anexionismo, el reformismo, la asimilación, el autonomismo, que suponía conceder a Cuba un régimen de gobierno propio dentro de la soberanía española y el independentismo, los nacidos en Cuba estaban a favor de la independencia y rechazaban por igual al colonialismo español y al anexionismo norteamericano. El examen que se hace de la primera guerra de Cuba adquiere una gran extensión en sus primeros años, realizamos una exposición fundamentada de la etapa 1868-1871, lo que se justifica en el hecho de ser la fase decisiva en el protagonismo de los catedráticos en el proceso independentista, sin una exposición pormenorizada sería difícil entender la política educativa colonial en la Gran Antilla y los motivos que llevaron a la supresión de los institutos en 1871. En el período de entreguerras (1878-1895) se consolida un pensamiento liberal partidario de luchar contra la oligarquía, el colonialismo, el imperialismo y la burguesía, que fue posible porque antes se habían creado las condiciones necesarias para la formación de la conciencia nacional de la élite criolla. En la guerra de 1895 muchos políticos españoles pensaban que se trataba de una guerra civil, pero en realidad era una guerra de liberación nacional. La guerra de Cuba tenía una dimensión internacional muy relevante por el deseo norteamericano de adquirir la isla, por ello consideramos Cuba en la política exterior española y las relaciones con los Estados Unidos porque el factor geopolítico es el auténticamente dominante y determinante en la cuestión de Cuba. En el capítulo segundo se trata la instrucción pública en Cuba hasta 1879 que está marcada por los planes de estudios de 1842 y 1863, se abordan los antecedentes de la segunda enseñanza en Cuba, la legislación educativa y la ideología en el sistema educativo del siglo XIX y hacemos un estudio comparado de los sistemas educativos y datos de la enseñanza en Cuba con otros países como Prusia, Inglaterra, Estados Unidos, Francia, Holanda, España, Austria, Argentina, México y Puerto Rico, en casi todos estos países hicieron de la religión la base de la instrucción pública. También nos referimos a la cuestión de la limpieza de sangre que en Cuba se requería en la Universidad de La Habana y también en los Institutos de Segunda Enseñanza. Por resolución de 28 de septiembre de 1863 del gobernador Domingo Dulce se creaban los institutos de La Habana, Santiago de Cuba, Matanzas y Puerto Príncipe. Con el decreto de Caballero de Rodas de 30 de noviembre de 1869 se cesan a varios catedráticos y el decreto de 15 de septiembre de 1871 de Ramón María de Araíztegui suprimía, por cuestiones políticas, los institutos de Santiago de Cuba, Matanzas, Puerto Príncipe, reorganizaba el Instituto de La Habana y depuraba al profesorado. En el capítulo tercero hemos analizado la instrucción pública en Cuba desde 1880, especial atención merece el Plan de Estudios para la isla de Cuba de 7 de diciembre de 1880 que establecía la necesidad de crear un instituto en cada capital de provincia. Desde la reforma de 1871, que suprimía los institutos, solo existía en la isla de Cuba el instituto provincial de segunda enseñanza de La Habana. A partir del plan de 1880 se vuelven abrir los institutos que habían sido suprimidos en Santiago de Cuba, Matanzas y Puerto Príncipe y se inauguran dos nuevos institutos en Santa Clara y Pinar del Río. En 1896 por la política represiva de Valeriano Weyler fueron suprimidos los institutos de Santiago de Cuba, Pinar del Río, Santa Clara y de Puerto Príncipe. Una vez finalizada la guerra en 1898 vuelven a abrirse los institutos anteriormente suprimidos. En el capítulo cuarto relativo al Gobierno y Administración de la Instrucción Pública en Cuba se estudian las juntas de instrucción pública, la inspección de la instrucción pública, los sueldos de los catedráticos, se aportan algunos datos del presupuesto de educación de la Isla de Cuba, se hace un muestreo de las listas de los libros de texto y se señala el derecho que tenían los Catedráticos, Doctores y miembros de la Real Sociedad Económica de La Habana para elegir a senadores. Según el Plan de Estudios de 1863, todas las asignaturas de todos los niveles de enseñanza se estudiaban por los libros señalados en listas que el Gobierno Supremo publicaba cada tres años. La selección de las obras la hacía el Gobierno Supremo mediante concurso, que se publicaba en la Gaceta de La Habana, oyendo al Real Consejo de Instrucción Pública. Las propuestas de libros de textos que se hacían desde Cuba debían ir informadas por la Junta Superior de Instrucción Pública. La legislación posterior no introdujo modificaciones. A partir del plan de 1880 el Ministro de Ultramar comunicaba al Gobernador General de Cuba la relación de obras de texto y los Catedráticos de Institutos de Segunda Enseñanza elegían los textos de esa relación previa. En el capítulo cinco hemos realizado unas breves biografías de los catedráticos de instituto con datos obtenidos en los expedientes del Archivo Nacional de Cuba y en el Archivo Histórico Nacional, pensamos que la insurrección se puede explicar a través de los rasgos biográficos de los actores, ya que por encima de sus diferencias prevaleció el ideal de independencia. Para nosotros supuso la tarea más ardua pero totalmente imprescindible, sin esa compleja faena hubiese sido imposible iniciar nuestra investigación para verificar nuestra hipótesis de partida, en primer lugar, teníamos que saber quiénes habían impartido docencia en los diferentes institutos para posteriormente indagar sobre su participación en el proceso independentista fundamentalmente en la etapa de la Guerra Grande. En el capítulo seis indicamos una recopilación de datos de profesores de los colegios privados de segunda enseñanza desde 1863 a 1883. Queda para futuras investigaciones el estudio de este colectivo de profesores, para verificar o no, si tuvieron un protagonismo destacado en el proceso independentista, como sí ocurrió con los catedráticos de los institutos públicos. Como consecuencia de la depuración de los profesores y la supresión en 1871 de los institutos de Matanzas, Puerto Príncipe y Santiago de Cuba, y para solucionar el problema de los profesores que fueron destituidos, el Gobierno General Político tuvo que autorizar a numerosos individuos para poder dar lecciones de segunda enseñanza en centros privados. En el capítulo seis se ha indicado todas las alteraciones que hemos registrado en las fuentes primarias de los 43 colegios incorporados al instituto provincial de segunda enseñanza de La Habana, donde se produjeron frecuentes alteraciones en el cuadro de profesores, documentamos las alteraciones producidas para facilitar futuras investigaciones. El capítulo siete es una parte esencial de la tesis. A partir de 1868 muchos catedráticos evolucionaron de posiciones autonomistas o asimilistas a posiciones claramente independentistas. Los expedientes gubernativos aportan una radiografía muy aproximada sobre los catedráticos que iniciaron el camino de la insurrección. El independentismo de los catedráticos está directamente relacionado con la evolución de la política educativa en la colonia, aunque la legislación educativa era muy similar a la de la metrópoli su aplicación en la isla de Cuba era muy diferente. Esto explica que los catedráticos antillanos se sintieran discriminados respecto a los peninsulares y su percepción de desigualdad fue en aumento con acontecimientos que influyeron en la construcción y deconstrucción de sus propias narrativas identitarias. La evolución de su pensamiento hacia posiciones independentistas forjó su particular historia y fue un factor que condicionó la evolución de la estructura política, social y cultural de la sociedad cubana. La validez de los resultados depende de la amplitud de la muestra, y en nuestro caso en la etapa de 1868 a 1878, con el objetivo de ser exhaustivo la muestra ha sido la totalidad del colectivo, es decir, hemos documentado todos los catedráticos que impartieron docencia en ese período, y hemos constatado que en la Guerra de los Diez Años el sesenta y cinco por ciento de los catedráticos de instituto fueron acusados de delitos de infidencia (principalmente de rebelión), por colaborar con los independentistas, separados de sus cátedras, encarcelados y algunos ejecutados. Sus nombres se publicaban en la Gaceta de la Habana para general conocimiento y sus bienes eran embargados. Estos actores jugaron un papel muy relevante como agentes de transmisión de ideas y dinamización política de sus alumnos, como abiertamente lo reconocían las autoridades de la isla, y se puede comprobar en varios expedientes en esta investigación. La apelación a la defensa de la patria cubana fue una constante de este colectivo a partir de 1868. Por supuesto, el contexto de la guerra ayudaba a la difusión de las ideas de los catedráticos a sus alumnos en un conflicto que los españoles consideraban de carácter colonial pero muchos cubanos lo consideraban de liberación nacional. El protagonismo de los catedráticos en Puerto Príncipe, Matanzas y Santiago de Cuba es indiscutible como se puede apreciar en el expediente de supresión de los institutos de estas localidades. Por medio de esta fuente primaria se puede comprender el nivel de implicación del colectivo de catedráticos en el proceso insurreccional. Las autoridades metropolitanas ponían en cuestión la labor del profesorado en los institutos públicos y se sancionaba a los catedráticos por motivos políticos. Las cifras de catedráticos infidentes nos indican que los institutos eran espacios de sociabilidad insurreccional donde se difundieron ideas independentistas y los catedráticos conformaban verdaderas células de conspiración y oposición política como queda avalado en los diferentes expedientes gubernativos de catedráticos y en los expedientes de supresión de los institutos. Las autoridades de la isla manifestaban que en los institutos se difundían “doctrinas perniciosas contrarias a la integridad de la nación y a los buenos principios religiosos”, en los institutos “conspiraban sus profesores contra el Gobierno que les distinguió y les dio su confianza” por ello era necesario destruir “esos fueros de insurrección”. La lucha por la independencia originó un pensamiento que tuvo su reflejo en la política educativa que aplicaron desde la metrópoli, de ahí la supresión de los institutos y la depuración del profesorado. La represión de estos años se hizo sentir de forma trágica con el fusilamiento de ocho estudiantes de medicina el 27 de noviembre de 1871. El gobierno del conde de Valmaseda realizó en 1871 una profunda reforma educativa que afectaba a los estudios, depuraba a los profesores y suprimía los institutos de Matanzas, Santiago de Cuba y Puerto Príncipe. También fueron clausurados los colegios privados cuyos directores eran desafectos a España y muchos profesores fueron cesados y sustituidos por otros como lo muestra las continuas alteraciones que se producían en el cuadro de profesores. A partir de entonces solo permaneció abierto el Instituto Provincial de Segunda Enseñanza de La Habana y se procedió a una auténtica depuración del profesorado y de los libros de texto, de los cuales solo sobrevivió un reducido grupo de títulos y autores. Con la supresión de los institutos las autoridades de la isla ya reconocían abiertamente que muchos catedráticos colaboraban con el independentismo desde antes incluso de la creación de los establecimientos de segunda enseñanza y asumían la imposibilidad de controlar el acceso a cátedras para que éstas fuesen ocupadas por leales al gobierno. El número total de catedráticos en los cuatro institutos de la isla en la etapa de la guerra (1868-1878) fue de 99, de los cuales 65, es decir el 65,66 por ciento fueron separados de sus cátedras por motivos políticos. En toda la etapa bélica en el Instituto de La Habana fueron separados de sus cátedras el 51,43 por ciento de los profesores, en el Instituto de Santiago de Cuba el 63,16 por ciento eran infidentes y fueron separados de sus cátedras, en el Instituto de Matanzas lo fueron el 71,43 por ciento y en el Instituto de Puerto Príncipe el 88,24 por ciento. Con la supresión de los institutos en 1871 se pretendía eliminar la organización formal, los espacios de sociabilidad que posibilitaban la difusión de “ideas perniciosas”, esas medidas, focalizadas en las estructuras del conflicto, ponen de relieve que los catedráticos probablemente contaban con gran capacidad de influencia en sus alumnos y empezaron a configurar una mentalidad colectiva común en torno a la adquisición del sentimiento de pertenencia a una identidad nacional propia independiente de la metrópoli. En 1882 se vuelven abrir los tres institutos suprimidos –Matanzas, Puerto Príncipe y Santiago de Cuba- y se crean los Institutos de Pinar del Río y Santa Clara. Con la guerra de 1895 a 1898 se mantuvo vigente el plan de estudios de 1880, pero con la política represiva de Valeriano Weyler que imitaba a la de Valmaseda, se ordenó la supresión en 1896 de tres institutos de los seis que existían, suprimió los institutos de Puerto Príncipe, Pinar del Río y Santa Clara por cuestiones similares a la Guerra de los Diez Años, motivos políticos, también había catedráticos que conspiraron contra el Gobierno y difundieron doctrinas contrarias a la integridad de la nación. El capítulo octavo es un capítulo fundamental en el que analizamos la represión en la enseñanza a partir de 1868 con la supresión de los establecimientos de segunda enseñanza y reformas en la Universidad de La Habana. La Escuela Normal de Maestros de Guanabacoa fue cerrada en 1868 y el 31 de agosto de 1869 por un decreto de Caballero de Rodas se suprimieron las Escuelas Profesionales en La Habana y en Santiago de Cuba y fueron cesados muchos catedráticos de Instituto. El Decreto de Araíztegui de 15 de septiembre de 1871 señalaba de una forma extensa los defectos de la instrucción pública e indicaba las reformas necesarias para “moralizar y españolizar” a las generaciones futuras para asegurar la dominación de España en la isla. La presente tesis doctoral supone un progreso sobre el estado actual de conocimiento histórico, con los nuevos datos inéditos que aportamos en la investigación, hemos verificado el relevante protagonismo de los profesores en el proceso independentista, el 65 por ciento de los catedráticos de institutos públicos fueron acusados de delitos de infidencia, separados de sus cátedras y algunos ejecutados. Que nosotros sepamos, es la primera vez que un investigador español se ha adentrado en este tema de estudio, a partir del análisis de fuentes primarias, ya que carece de precedentes en la historiografía española. Constituye un primer paso de la investigación por lo que destacamos el interés de llevar a cabo futuras investigaciones.