Soledad, un aprendizajeuna aproximación filosófico-pedagógica al aprendizaje de la soledad
- Burgueño Muñoz, Antonio
- Fernando Bárcena Orbe Director/a
Universidad de defensa: Universidad Complutense de Madrid
Fecha de defensa: 14 de diciembre de 2020
- David Reyero Presidente/a
- Alberto Sánchez Rojo Secretario/a
- Carmen González Marín Vocal
- Joaquín Esteban Ortega Vocal
- Gabriela Ossenbach Sauter Vocal
Tipo: Tesis
Resumen
El acontecimiento de la muerte de un ser amado supone un resquebrajamiento radical de la existencia de un individuo. Se impone entonces la necesidad de afrontar la experiencia del dolor causado por dicha pérdida. En esta investigación, el autor habla "escribe" de una travesía (que también es la suya) en la que la pérdida se constituye en el centro de la vida y del pensamiento. Se trata, de modo específico, de aprender una soledad sobrevenida, cuando este aprendizaje exige una especie de ejercicio espiritual (en el sentido griego de la expresión) y que, en este caso, recurre al auxilio de la literatura y la filosofía como dispositivos formativos y transformativos. Esta investigación adopta una perspectiva filosófica aplicada a la educación, y aborda el proceso de aprendizaje existencial a través de la meditación, el estudio filosófico, la lectura y el trato íntimo que dicha experiencia lectora supone. A tal fin, se recurre a la tradición filosófica que concibió la filosofía como una forma de vida, como actividad educativa y como un trabajo pedagógico que no rechaza la presencia de la subjetividad y del yo en lo pensado y en lo escrito, en el discurso. Esta tradición nos proporciona los recursos necesarios para constituir (tal vez acompañar, pero, desde luego, no limitarse a describir) la transformación misma experimentada por el sujeto de estudio, el investigador mismo, y es, en este sentido, un estudio de caso de las teorías fenomenológicas del cambio. No basta con decirlo, y lo que aquí se presenta no se reduce a un discurso de aula al uso. Pretende, más bien, mostrar que la teoría vale en la medida en que deja de serlo. Que es preciso constituirse en el fenómeno de cambio para establecer el nexo entre la teoría y el hombre. No es una clase ni un texto, sino un movimiento; es un camino: el camino mismo. Se recoge en un primer momento el estado de la cuestión en lo referente a la actitud occidental ante a la muerte, haciendo un repaso de la evolución que la percepción de la muerte ha experimentado en Occidente, desde la Edad Media hasta nuestros días, para llegar a las formas en que actualmente enfoca nuestra sociedad los fenómenos asociados a la pérdida, y el posicionamiento de los individuos frente a ella. En un segundo momento se exploran los elementos centrales de la mencionada tradición filosófica (recogida y recuperada recientemente por importantes pensadores contemporáneos) con el propósito de actualizar su legado de búsqueda de autoconocimiento. Este enfoque (no un sistema que pretenda dar una explicación coherente al todo) es, sin duda, el más pertinente a los propósitos de esta investigación. Se trata de ofrecer respuestas al individuo concreto en términos de la transformación de sí mismo como vía de conocimiento, y la ascesis y el ejercicio de espíritu para alcanzar la verdad; la filosofía como educación, en fin, y como herramienta de búsqueda y mecanismo pedagógico de un aprendizaje de la soledad. El objeto de la primera parte de la investigación es justificar lo que se enuncia y anuncia en la segunda, donde la expresión y lo expresado son una misma cosa, cuando el aprendizaje es justamente lo aprendido: llevar a la práctica una transformación vital, que se plasma en una investigación de esta naturaleza, que es una tesis doctoral. Recogerla, sin embargo, en palabras que no pueden hablar, pues afrontan lo inefable, lo pre-verbal, la vida en sí. Justificado el ejercicio espiritual como herramienta para el aprendizaje de la soledad, la investigación se enfrenta a lo precognitivo que escapa al rígido corsé de la lógica, y cuya demostración no entra en el sistema de demostraciones posibles. El experimento, en resumen, será, ciertamente, un experimento fallido que habrá de servir, tal vez, como un efecto posible no previsto, para los que vengan después. Otra demostración de que no se puede decir la vida (sí experimentarla en su sentido), y el resultado, un individuo arrojado en ella. Pues no se vive impunemente.