La politica colonial portuguesa del salazarismo al marcelismoorigen y destino de un ejercicio de resistencia (1930-1974)

  1. CUETO RODRÍGUEZ, ADOLFO
Dirigida por:
  1. Hipólito de la Torre Gómez Director/a

Universidad de defensa: UNED. Universidad Nacional de Educación a Distancia

Fecha de defensa: 19 de mayo de 2020

Tribunal:
  1. Josep Sánchez Cervelló Presidente/a
  2. Juan Carlos Jiménez Redondo Secretario/a
  3. Pedro Aires Oliveira Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

Esta tesis analiza la resistencia del Estado Novo portugués a la contestación anticolonial creciente, «interior» y exterior, y en definitiva al fenómeno general de descolonización, entre 1930 y 1974. Para ello rastreamos el marco político-normativo, las fuerzas que en él y fuera de él se enfrentaron y las razones que justificaron oposición lusa a la emancipación de sus territorios dependientes, incluso con el recurso a la guerra a partir de 1961. A través de ese método intentamos reconstruir las lecturas de situación y oportunidad que las autoridades portuguesas fueron haciendo, así como la naturaleza de su(s) respuesta(s). El objetivo último era contextualizar y comparar el comportamiento de los gobiernos de António de Oliveira Salazar en esta materia y en sus distintas fases, y con el de Marcello Caetano (1968-74). Deseábamos saber si hubo algún programa político coherente para resolver las reclamaciones de descolonización más allá de la pura y simple resistencia. Ese esfuerzo analítico nos ha llevado a concluir que, careciendo de un auténtico plan para resolver el problema colonial, la orientación gubernativa del marcelismo fue diferente de la de los gobiernos de Salazar, y potencialmente disruptiva. Tendió a reproducir de forma más fiel en las colonias mayores el régimen antidemocrático que regía en la metrópoli, pero las circunstancias y la falta de tiempo impidieron que los estados coloniales adquiriesen la autonomía auténtica que podría haber sido el primer paso hacia una separación política futura. A través de las lógicas de exclusión convenientes, lo que el marcelismo pretendió fue entregar el poder a los colonos residentes en Angola y Mozambique y a los nativos occidentalizados que permanecían en paz con Portugal o podrían aceptar una paz bajo aquellos presupuestos; y con ello proteger de paso los intereses materiales y geopolíticos de la metrópoli. Sin embargo, varios problemas difíciles de resolver —por no decir irresolubles— impedían el extremo de la separación. El primero, el peligro de desestabilización interna por el desconocimiento de un consenso sobre la emancipación colonial. El segundo, la polarización extrema en las colonias donde había guerra hacía poco probable un alto el fuego. Y el tercero, la intromisión extranjera en los conflictos podía fácilmente descontrolarlos. Por el contrario, la estrategia de Salazar, elástica y pragmática, jugó de forma arriesgada con aquellos problemas, alimentando los dos primeros, para desanimar la escalada del tercero. Así podemos decir que el salazarismo intentó huir de las consecuencias previsibles y de las imaginadas de la descolonización, simple y llanamente, evitándola. Fomentó para eso la interdependencia, no cedió ninguno de los instrumentos de control interno y colonial, y se encomendó al desentendimiento entre los movimientos de liberación e internacional con la esperanza de que el tiempo jugase a su favor. Era una quimera, y el tiempo demostró que la «solución» de Caetano no lo era menos. El 25 de abril de 1974 la caída de la Dictadura precipitó la descolonización posible, aquella que trajo todo aquello que se había querido evitar.