La unidad entre razón y dominio en Habermas y Horkheimer. Consecuencias en cuanto a la función rectora del conocimiento del interés emancipatorio

  1. Contreras Aragón, Eduardo
Dirigida por:
  1. Jesús José Nebreda Requejo Director/a

Universidad de defensa: Universidad de Granada

Fecha de defensa: 09 de octubre de 2014

Tribunal:
  1. Juan Antonio Estrada Díaz Presidente/a
  2. Ramón Román Alcalá Secretario/a
  3. José Luis Cantón Alonso Secretario/a
  4. José Antonio Pérez Tapias Secretario/a
  5. Manuel Fraijó Nieto Secretario

Tipo: Tesis

Resumen

1.- INTRODUCCIÓN. El hecho problemático con el que comenzamos es que, nunca como ahora, con tan poderosos medios de autoafirmación, la historia es tan capaz de ser hecha por el ser humano, y, a la vez, por el contrario, la historia, mediante la aplicación de dichas fuerzas a fines racionalmente propuestos, se sigue sustrayendo al dominio racional. La misma apreciación tiene Horkheimer cuando se interroga por qué el género humano, en lugar de progresar a una nueva humanidad, regresa a un estado de barbarie. En la actualidad, aunque el aumento de la productividad económica ha disuelto los antagonismos sociales, el aparato técnico anula por completo al individuo. De este modo, el individuo desaparece, dúctil e impotente, frente al sistema que lo provee de bienes. Bajo la óptica de Horkheimer, la pregunta realmente importante no es por la esencia humana genérica, sino que sus reflexiones están guiadas por el sufrimiento palpablemente experimentado. Se cuestionaba, por ejemplo, por qué existe la situación determinada históricamente bajo cuya presión debo sostener y conducir mi vida, por qué el capitalismo organizado se presenta como el único modo de vida estable y racional. Ante esta situación, nuestra tesis se sitúa en el plano general de la Escuela de Frankfurt, lo que significa tres cosas fundamentales. Primero, que la emancipación del individuo es inseparable de la configuración racional y consciente del todo social, por lo que quedaría al margen de nuestras premisas, en un plano estrictamente privado e individual, toda concepción estética de la existencia. Segundo, el progreso social es inseparable de la racionalidad, por lo que nos distinguimos de todas aquellas concepciones que, para abrir espacio a la presencia del otro, ponen la pauta de la política en la negación de la misma razón. Tercero, más que suponer un Señor de la Historia que reconduzca todos nuestros desaguisados, preferimos una cura de humildad para nuestros proyectos de sentido. Serán todos ellos menos mortíferos, por lo que por simple economía en los problemas nos ahorraríamos el supuesto del Señor de la Historia, si asumimos nuestro abandono y finitud en la inmensidad del cosmos. 2.- DESARROLLO TEÓRICO. En cuanto a la pregunta de por qué el aumento de nuestras fuerzas productivas, lejos de promover el bien común y de someterse a una dirección racional y democrática por parte de la ciudadanía, al contrario, tienden a anular por completo al individuo y a presentar determinadas situaciones históricas como las únicas posibles, la gran diferencia, entre las respuestas de Habermas y Horkheimer, reside en el carácter irreversible o no de dicho proceso. Para Horkheimer, desde el supuesto de la unidad esencial y originaria entre razón y tendencia al dominio, la razón, sólo de una manera muy fragmentaria y limitada, puede tomar conciencia de su propia naturaleza. Siendo así, la superación crítica del orden existente carece de categorías normativas desde las que practicarla, y, en consecuencia, todo el proceso social está condenado a permanecer sin una visión, lúcida y racional, respecto de los fines que lo orientan. Para Horkheimer, la praxis comunicativa entera, dentro del capitalismo de masas, es consecuencia lógica necesaria de la razón instrumental. En ésta, imperante en el sistema productivo en su totalidad, se admiten criterios racionales sólo en cuanto a los medios para aumentar la eficacia y la productividad, pero no, sin embargo, en lo que toca a los fines. Habermas reconoce la misma irracionalidad y ceguera en los procesos sociales, aunque, diferenciándose de la primera generación de la EF, no comparte el carácter irreversible de dicho proceso social. La clave está, desde su punto de vista, en que la unidad entre razón y dominio no es esencial ni originaria. En efecto, hay categorías normativas que, con un fundamento distinto al puro interés técnico instrumental por el dominio de la naturaleza, hacen posible un punto de vista crítico sobre el todo social. En efecto, en la razón no rige un solo interés, a saber, el técnico instrumental, sino que aquella, movilizada por otros intereses, da lugar a otros campos de conocimiento distintos de la ciencia natural. En el interés práctico, que está testado por las ciencias hermenéuticas, se pretende que el medio lingüístico de cauce a lo que, en la conciencia individual, es reprimido y condenado al silencio. Se tiende a flexibilizar, tanto como sea posible, las categorías lingüísticas para que no se vuelvan, respecto a los individuos que las utilizan, rígidas. Para Habermas no se puede negar la existencia de dicho interés en la razón, porque hay un campo de saber, las ciencias hermenéuticas, a las que, con una metodología distinta a la ciencia natural, nadie les puede negar que también sean conocimiento científico. Y, por último, el interés emancipatorio, avalado por el psicoanálisis como ciencia crítico reflexiva, prueba que el ser humano no encaja perfectamente en el orden existente, sino que, movilizado por la experiencia del sufrimiento y el interés por su propia curación, puede trascender críticamente, respecto al nivel de desarrollo alcanzado en las fuerzas productivas, la represión excedente ejercida sobre el individuo. 3.- CONCLUSIONES. En conclusión, más que asegurar la validez normativa de la crítica, la cual termina por disimular los antagonismos sociales, creemos como prioritario, en el ejercicio de ésta, realzar en toda su crudeza las contradicciones de nuestra época. Si esto incluye la crítica de la misma razón en su totalidad, sin que quede, por este motivo, espacio desde el que ejercerla, quedando el mismo discurso crítico de la razón afectado por la praxis de una crítica tan radical, no por ello nos precipitamos al nihilismo. La ausencia de una norma, o de un canon crítico, por ejemplo, en el caso de Habermas, la comunicación lograda, no desarma definitivamente a la razón, sino que, en el camino de categorías meramente aludidas, como pudieran ser la ¿resurrección de la naturaleza¿ o cualquier otra aspiración de la razón objetiva, queda en un equilibrio inestable. En efecto, en cuanto que la crítica misma afecta a las categorías desde las que se ejerce la crítica, éstas, al ser permanentemente desplazadas, dejan ver la constante insuficiencia de la tarea de la razón crítica. Es cierto que esta situación deja a la razón en constante y perpetuo movimiento, pero es el precio a pagar por una época histórica en la que, como Horkheimer dice en la Dialéctica de la Ilustración, se rechaza la veneración a todo aquello que no puede ser probado, así como también todo lo que se rechaza sin pruebas. La razón crítica es un principio destructor contra todo juicio de valor que sea aceptado socialmente. A todo juicio de valor se le puede oponer otro, con lo cual, transmutándose los valores, se recupera el valor de las cosas prohibidas. Tras la senda del ello, difícilmente se puede hablar ya sea de voluntad de emancipación, o de superación de la razón, sino de un rosario de desplazamientos de una vida psíquica normal, sin que entre ellos, conforme a un criterio valorativo como norma, se pueda establecer una evolución progresiva. 4.- BIBLIOGRAFÍA PRINCIPAL CONSULTADA. 4.1.- M. HORKHEIMER. -Horkheimer, M. (1932/1941): Teoría Crítica, Ed. Amorrortu, 1998, Argentina. (Traducción de Edgardo Albizu y Carlos Luís). -Horkheimer, M. (1940/1971): Teoría crítica, Ed. Seix Barral, 1973, Barcelona. (Traducción de Juan J. del Solar B.) -Horkheimer M. (1947): Dialéctica de la Ilustración, Ed. Trotta, 2009, Madrid. (Traducción de Juan José Sánchez). -Horkheimer M. (1967): Crítica de la Razón Instrumental, Ed. Trotta, 2002, Madrid. (Traducción de Juan José Sánchez). 4.2.- J. HABERMAS. -Habermas, J. (1963): Teoría y Praxis, Ed. Tecnos, 2002, Madrid. (Hay una edición ampliada de 1971. (Traducido por Salvador Mas Torres y Carlos Moya Espí). -Habermas, J. (1968): Ciencia y Técnica como Ideología, Ed. Tecnos, 2007, Madrid. (Traducido por Manuel Jiménez Redondo y Manuel Garrido) -Habermas, J. (1968): Conocimiento e Interés, Ed. Taurus, 1982, Madrid. (Traducido por José Vidal Beneyto)