Pictura ornamentalis Romanaanálisis y sistematización de la decoración pictórica y en estuco de Augusta Emerita
- Castillo Alcántara, Gonzalo
- Sebastián F. Ramallo Asensio Director/a
- Alicia Fernández Díaz Director/a
Universidad de defensa: Universidad de Murcia
Fecha de defensa: 14 de diciembre de 2021
- Carmen Guiral Pelegrín Presidenta
- Lara María Íñiguez Berrozpe Secretario/a
- Irene Bragantini Vocal
Tipo: Tesis
Resumen
En esta tesis doctoral se lleva a cabo un análisis de la producción pictórica y en estuco de Augusta Emerita que se desarrolla en la ciudad entre finales del siglo I a.C. y el siglo IV d.C. La pintura romana constituye una fuente material que permite conocer aspectos relacionados no solo con los gustos y modas de la sociedad, sino también económicos, cronológicos, arquitectónicos o funcionales dadas las múltiples implicaciones que conlleva la ejecución de una obra pictórica. De este modo, su estudio nos ayuda a reconstruir las dinámicas de explotación de recursos, comerciales y culturales a través de la identificación de talleres, sean itálicos o locales, el empleo de técnicas y pigmentos concretos, la organización e identificación del uso de los espacios por medio de los programas ornamentales y su programa iconográfico, la existencia de fases de remodelación y datación de las mismas o el nivel económico de los propietarios. En base a todo ello y partiendo de los conocimientos previos que sobre la pintura emeritense tenemos, hemos planteado una serie de objetivos que persiguen la identificación de talleres, el estudio de sus producciones desde un punto de vista técnico, compositivo y ornamental y la realización de análisis arqueométricos para determinar los materiales empleados, su origen y forma de captación, con el fin de obtener una visión global e integral de la pintura romana en Mérida. Para su consecución, hemos planteado una metodología que aborda la pintura desde cuatro perspectivas distintas interrelacionadas entre sí, partiendo de la base de los estudios precedentes, pero actualizando aquellos aspectos que los avances en la investigación y las nuevas tecnologías han permitido mejorar. Así, hemos desarrollado los procedimientos a seguir en los trabajos de campo para la extracción y almacenamiento de la pintura; y en el laboratorio con la limpieza y puzle de los fragmentos y el estudio técnico, compositivo y arqueométrico. Junto a esto, hemos propuesto una deontología de la restitución mediante la que fijar los criterios a seguir en la realización del apartado gráfico. Por último, hemos incluido las buenas prácticas para la restauración y puesta en valor de la pintura mural de cara a su divulgación. Con esta base, hemos procedido a realizar un análisis de toda la decoración pictórica documentada en la ciudad hasta la fecha, incluyendo conjuntos antiguos y conjuntos de reciente hallazgo, aplicando las herramientas metodológicas necesarias en función de cada caso para obtener una visión global y completa de su desarrollo durante el Alto y el Bajo Imperio. De manera previa a su estudio, hemos expuesto un análisis general del contexto geográfico e histórico-arqueológico de la ciudad en el marco temporal seleccionado que nos permita comprender las transformaciones que se suceden y relacionarlas con la evolución de la producción pictórica. Así mismo, para una correcta lectura, cada uno de los conjuntos analizados se ha puesto en relación con el espacio al que corresponde, habiéndose identificado pintura en ámbitos público, privado, de culto, funerario y de vertedero, trazando igualmente el desarrollo y transformación de cada uno de ellos. Estos han sido analizados en base a aspectos técnico-descriptivos y compositivos, proponiendo una datación y restitución cuando ha sido posible. Los resultados obtenidos han puesto de manifiesto la existencia de un rico panorama pictórico durante todo el período abarcado que dista en gran medida de los datos con que se contaba hasta la fecha y que permite situar a Augusta Emerita como uno de los enclaves de mayor importancia para el estudio de la producción pictórica romana en España. De este modo, los nuevos hallazgos permiten ver la existencia de una amplia producción de factura itálica que señala la presencia de artesanos procedentes de Italia desde el momento de la fundación de la ciudad, a finales del siglo I a.C., y que encuentra paralelos en la obra pictórica de Roma y Campania. Ello viene a demostrar la circulación territorial de talleres, técnicas de ejecución y cartones compositivos, así como la implicación de la Vrbs en el desarrollo de esta desde el primer momento, cuya huella se atestigua también en los territorios colindantes. A partir de la segunda mitad del siglo I d.C. y especialmente durante época flavia, las transformaciones en las dinámicas socio-políticas y económicas en el Imperio favorecen el cambio de los gustos y modas de la sociedad emeritense, produciéndose una gran remodelación urbanística visible a partir de los restos identificados en los vertederos de la ciudad y la aparición de los talleres locales. Desde este momento y durante el siglo II d.C., la producción pictórica experimenta una renovación en su repertorio decorativo que tiende a distanciarse paulatinamente de la del siglo I d.C., generándose un vocabulario propio en las provincias que en Augusta Emerita se adapta a las producciones que se desarrollan en el resto de Hispania para este momento, dejando ver de nuevo su huella en las poblaciones más próximas. Junto a esto, la existencia de un taller local de decoración en relieve en época flavia, solo atestiguado en Carthago Nova, así como el empleo de un sistema de sujeción de esparto en las cornisas también en este momento y cuyo cultivo no se produce en el ager Emeritensis, corroboran la existencia de estrechos lazos comerciales y tránsito de gentes con el sureste peninsular. Entre los siglos III y IV d.C., la producción pictórica vuelve a experimentar una transformación cuyos inicios se identifican ya a finales del siglo II d.C., marcados nuevamente por los cambios a nivel social, político y económico que se producen a partir de la crisis del siglo III d.C. en el que la decoración pictórica se limita a la mínima expresión, en algunos casos inexistente. Con la recuperación a finales del siglo III d.C. y el nuevo auge que la ciudad experimenta en el siglo IV d.C., con su denominación como sede de la Diocesis Hispaniarum, asistimos a un nuevo punto de inflexión que va favorecer el desarrollo de nuevos conjuntos de la mano de otra generación de artesanos locales. Ahora, un programa iconográfico que busca la autorrepresentación y exaltación del propietario, bebiendo para ello de los modelos de la pintura tardorrepublicana, pero con una estética y calidad técnica muy distinta, es de nuevo visible tanto en la propia ciudad como en el territorio próximo. Esta amplia evolución permite poner de manifiesto la gran importancia que la ciudad tuvo durante su largo desarrollo, consecuencia también de su estatus como capital de provincia, tanto para la atracción de talleres itálicos como para la generación de talleres locales, cuyas huellas se identifican a lo largo de toda la edilicia pública y privada de cinco siglos. Junto a esto, las transformaciones del repertorio ornamental y los cambios en las modas, que tienen su reflejo en las diversas etapas políticas y culturales de la ciudad y el Imperio, rubrican la idea de que la producción pictórica constituye un reflejo de las sociedades del momento.