Galieno y la supervivencia del Imperio Romano (Resumen)

  1. MAGDALENA ANDA, JOSE ANTONIO
Supervised by:
  1. Raúl González Salinero Director

Defence university: UNED. Universidad Nacional de Educación a Distancia

Fecha de defensa: 15 December 2021

Committee:
  1. Javier Arce Martínez Chair
  2. Sabino Perea Yébenes Secretary
  3. Gonzalo Bravo Committee member

Type: Thesis

Abstract

Se aborta en esta tesis la figura del emperador Galieno por su posición clave en un momento crucial del Imperio romano, intentando resolver el dilema entre considerarle un gran reformador o tan sólo un oportunista, uno más de los emperadores de la anarquía militar. El hecho objetivo de que Galieno retuviese el poder durante quince años es indicio de su singularidad. Durante sus gobiernos estallaron las tensiones gestadas en los decenios precedentes, cuyos orígenes pueden remontarse a mediados del siglo II. Ello forzó la adopción de ciertas medidas que constituyeron el antecedente directo de las instituciones del Bajo Imperio. Nos encontramos ante el punto de inflexión para las grandes transformaciones de las estructuras del Imperio, en lo institucional y en lo ideológico. Los estudios sobre Galieno son escasos, desiguales y con enfoques muy cambiantes. De una visión totalmente negativa en el siglo XIX se pasó a una rehabilitación y juicio muy positivo a comienzos del siglo XX; visión que se mantuvo inalterada hasta la monografía de Lukas de Blois en 1976, quien ofreció una visión más ecuánime. El estado actual de la cuestión viene marcado por un renovado interés por Galieno con la publicación reciente de dos monografías (Michael Geiger en 2013 e Ilka Syvänne en 2019). Las fuentes disponibles son fragmentarias, mayoritariamente no contemporáneas y de muy diversa naturaleza, siendo fundamentales las epigráficas y numismáticas por ofrecer una información superior en ocasiones a las fuentes documentales. La tesis propone una cronología revisada del periodo 253 a 268, en la cual pueden identificarse tres fases: (i) el ascenso al poder y el gobierno conjunto de Valeriano y Galieno (253-259), años de auténtica emergencia y máxima actividad bélica; (ii) el caótico año 260, con la derrota y captura de Valeriano por los persas; (iii) la recuperación del control y el gobierno en solitario de Galieno (261-267), cuando se dieron las circunstancias idóneas para ejecutar sus reformas. A partir del 267 las circunstancias se agravaron y condujeron al asesinato del emperador por una conjura de sus más cercanos generales (268). Las políticas de Galieno pueden clasificarse en tres grandes categorías: la administración provincial, el ejército y la concepción del poder imperial. Dentro de estas se advierte un nexo en común cual fue la promoción del ordo equester a costa del senatorial, así como una anticipación del modelo militar del Imperio tardío. El resultado de las medidas adoptadas por Galieno fue el ascenso militar, social y político de una élite de mandos militares de humilde extracción, formados en el seno del ejército. Su condición de equites fue el resultado de la reforma de Galieno, no la causa. Surgió así un nuevo sujeto político, la alta oficialidad militar, que se constituyó en un poder autónomo. Al respecto, gran parte de los estudios sobre Galieno dan por supuesta la enemistad entre el emperador y los senadores. Sin embargo, no existen datos objetivos que corroboren ese enfrentamiento, sino indicios de lo contrario, como lo fueron sus fluidas relaciones con las principales familias senatoriales del momento. En directa relación con esta reforma se ha analizado si la eliminación de los poderes militares de los gobernadores se produjo ya en tiempos de Galieno, concluyendo que no existen datos suficientes para semejante afirmación. Y en cuanto a la supuesta creación por Galieno de un ejército de caballería de batalla, estamos ante un verdadero mito historiográfico. Ideológicamente, los temas principales de la propaganda imperial se encuadran en tres categorías: el argumento dinástico, el ejército y religión. El mensaje político podría sintetizarse en que el emperador, gracias a su virtus y la fides del ejército, es garante de la pax y del restablecimiento del orden y la concordia en la sociedad, a la cual beneficia con su magnanimidad y generosidad, anunciando el comienzo de una nueva era de prosperidad. Se trata de una concepción del poder imperial basada en elementos ideológicos tradicionales, pero dando cabida a los fenómenos religiosos e intelectuales novedosos. Se consolidó la tendencia a la sacralización de la figura del emperador, como intermediario indispensable con el mundo de lo divino. La asimilación iconográfica del emperador con ciertas deidades, especialmente el Sol, la difusión de cultos mistéricos e incluso la tolerancia del cristianismo, todo ello fue preparando el marco intelectual, espiritual y religioso del siglo IV. Respecto de la política hacia los cristianos, todo pivota en torno a la decisión por Galieno de poder fin a la persecución general ordenada por su padre Valeriano, lo cual benefició enormemente el desarrollo de la iglesia cristiana en los siguientes cuarenta años («la paz de Galieno»). En el debate académico sobre el verdadero alcance de las medidas de Galieno, la tesis se posiciona en el retorno a un marco de tolerancia informal. En conclusión, ninguna reforma atribuida a Galieno fue enteramente novedosa o radical. Todas se basaron en experiencias previas, lo que facilitaba su implantación, pero generaron una dinámica nueva que aceleró la transformación del ejército, la política y la religión. Podría decirse que Galieno convirtió lo excepcional y provisional en definitivo y normativo. De esta manera, el nada extraño (pero ocasional) nombramiento de altos mandos ecuestres dio paso a la renovación profunda de la cúpula militar; del mismo modo que la existencia de gobernadores ecuestres (minoritaria) se generalizó al resto de provincias senatoriales (con la excepción de las consulares). Se alteró el equilibrio de poder entre las élites, introduciendo un canal de promoción social nuevo, mientras se conservaba el prestigio y el poder económico de los senadores. Se quebró la equiparación entre status personal y poder, que ya en el siglo IV daría paso a la fusión de los órdenes. Por todo ello, puede afirmarse que Galieno fue un reformista, aunque no el gran líder que algunos historiadores han querido ver. Asumió la necesidad de romper con la tradición, de manera paulatina y ajustándose a las necesidades de cada momento concreto. Todo debía cambiar bajo una apariencia de continuidad. En suma, Galieno fue el último emperador senatorial y uno de los primeros emperadores soldado, representante del tránsito a una nueva etapa histórica.