Identidad socio-profesional y géneroel trabajo social como actividad feminizada

  1. Lorente Molina, Maria Belén
Dirixida por:
  1. Isidoro Moreno Navarro Director

Universidade de defensa: Universidad de Sevilla

Fecha de defensa: 27 de xaneiro de 2014

Tribunal:
  1. Ubaldo Martínez Veiga Presidente
  2. Pablo Palenzuela Chamorro Secretario/a
  3. Emma Martín Díaz Vogal
  4. Susana Narotzky Vogal
  5. Paz Moreno Feliu Vogal

Tipo: Tese

Teseo: 349935 DIALNET

Resumo

Esta investigación, Identidad socio-profesional y género. El Trabajo Social como actividad feminizada, es una contribución a los esfuerzos que hacen hombres y mujeres desde las Ciencias Sociales para lograr una mayor visibilidad de las mujeres dedicadas a ayudar y cuidar socialmente. En este rito de paso que es la investigación doctoral se introduce el cómo se ordenan los hallazgos sobre el objeto de estudio elegido. Entre ellos está el propio descubrimiento de dicho objeto. Ahora bien, si como dijo Saussure -citado por Bourdieu- el primer acto de toda investigación es definir un punto de vista porque el ¿punto de vista crea el objeto¿ (Bourdieu, Chamboderon y Passeron,1997), se debe decir que tal definición no siempre sigue un recorrido fácil, ni al obtenerla se garantiza la consecución inmediata de un objeto de investigación. Con no poca dificultad, mucha revisión de datos de campo y más de estudio y revisión bibliográfica se ha logrado conseguir un punto de vista y tener por objeto de esta investigación a la relación identidad-género-profesión. Para configurar el método de exposición se han tenido en cuenta tres modos narrativos del proceso ¿que se combinan de manera permanente- uno más formal y explicativo, otro más etnográfico y descriptivo, y otro más interpretativo y etic. 1. Se ha seguido el punto de vista ¿constatado etnográficamente- según el cual el escaso reconocimiento en el ámbito universitario de las carreras feminizadas -vr. gr. Trabajo Social (en adelante TT.SS) o enfermería- podría tener alguna relación con la composición mayoritaria de mujeres que dichas carreras presentan. Basta señalar que a las profesiones feminizadas se les ha llegado a clasificar como semiprofesiones (Etzioni 1969) por este par de hechos, composición de mujeres y aparente carencia de sistematicidad. Como se explicará más adelante no es correcto llamarlas femeninas. En la medida en que se ha perseverado larga, profunda y claramente en la investigación se ha desarrollado un vínculo adicional demasiado antropológico como para no mencionarlo: ligar la vida de las personas, predominantemente mujeres, con lo que hacen, y lo que hacen con la historia mediante una descripción profunda. Largamente porque aunque se ha invertido una década de trabajo, queda mucho camino que recorrer; profundamente, porque ha requerido indagar en el tiempo sobre las continuidades culturales de la ayuda social y su feminización, y aunque viniendo del pasado ha sido un trabajo no tanto para hacer historia, como para entender que ese pasado se niega a serlo y está vivo en nuestros días; y, claramente porque se ha sido persistente en la descripción de la relación identidad-género-profesión la cual ha permitido ligar la cultura del trabajo, la reproducción social y el lugar asignado social asignado históricamente a las mujeres. Se ha tenido que presentar un amplio marco histórico-cultural que entiende la ayuda social como aquella acción compleja (o conjunto de accione sucesivas) que se brindan a las personas o colectividades cuando requieren, para desenvolverse en la vida cotidiana, de algún tipo de atención, apoyo, auxilio o cuidado adicional que el requerido por cualquier individuo diariamente. Cuando la cantidad de ayuda es tal que no puede ser atendida por la familia o grupo doméstico, sino que requiere de la ayuda de los amigos o de otras personas es ayuda social, sea dada a través de instituciones civiles, filantrópicas o interesadas, propias o ajenas, seculares o religiosas, privadas o públicas, circunstanciales o esenciales, comunitarias o asociativas, rituales o no. Los ámbitos institucionales en que esta ayuda social es prodigada, es en el que se buscará a las mujeres ayudando. El objeto de investigación explora la dimensión cultural de una relación social que vincula la identidad, el género y la profesión de las personas que han estudiado la carrera de TT.SS en España con el fin de realizar una descripción profunda de cómo se construye y cómo opera la identidad de ese colectivo, por qué está compuesto mayoritariamente por mujeres, y por qué se produce la falta de reconocimiento de sus saberes y prácticas en el entorno universitario. Así, el objeto de investigación responde a problemas sobre la feminización de la reproducción social, y en particular de las prácticas de ayuda y cuidado social; sobre la conformación de la episteme y de los saberes de la ayuda y el cuidado social y su progresiva exclusión como saber legitimado por la ciencia, y, también, sobre la construcción social de la alteridad profesional de las personas trabajadoras sociales (en adelante se usará la sigla, pTSs [personas (p), trabajadoras (T), sociales (S), y por el plural se añade la letra (s, minúscula)]); esto es: mujer, conocimientos feminizados y práctica profesional, que no es otra cosa que preguntar por los sujetos de la relación, sus saberes y su cultura del trabajo en una línea que viene ¿al menos para el caso europeo- de saberes y formas de organización como podrían ser las beguinas en el siglo XI, pasando por las hijas de la caridad del XVII y las escuelas de TT.SS de mediados del siglo XX, hasta los grados de TT.SS en nuestras universidades. Mujeres aprendiendo y transmitiendo conocimientos, mujeres resistiendo a la desvalorización intelectual de sus saberes, a la negación de sus oficios concebidos como profesionales, y al relegamiento social y económico de las actividades de la ayuda y el cuidado social. La secreta cita con la historia, de la que habló Walter Benjamin, rasgo de la tradición profunda, la cumplen aquí las generaciones anteriores de mujeres ayudando de forma altruista -aún no del todo visibles- con las de ahora que hacen lo mismo ¿aún no del todo visibles-, en una suerte de antropología que explica una continuidad cultural que ha estado sometida y oculta, pero que es necesario comenzar a mostrar para que no se siga impidiendo el valor de la presencia de las mujeres tratando de ser ayuda, de hacer la ayuda y de estar en la ayuda. De eso trata ¿Identidad socio-profesional y género. El trabajo social como actividad feminizada¿. Es un trabajo empírico, emic y crítico, basado en trabajo de campo para levantar la etnografía de las actividades de las pTSs, desde sus propias lógicas, particularidades y contextos, señalando las contradicciones sociales que se hallan en el camino, las cuales a veces se expresan como una progresiva sucesión de injusticias sociales. La descripción profunda de las prácticas se realizó mediante un trabajo cuidadoso que exigió hacer un rodeo previo el cual dio la posibilidad de configurar la cultura del trabajo y la ayuda social, cultracs (acrónimo de [cultura (cul), del trabajo (tr), de la ayuda (a), y el cuidado (c), social (s)]), sin la cual no sería posible hablar de la relación identidad-género-profesión, la cual está más allá de los lindes míticos de la creación americana de la carrera de TT.SS y su ya agotada ancestralidad anglocéntrica. Se podría decir que el resultado final de esta investigación es una etnografía que describe una continuidad cultural observada in situ y registrada mediante una descripción profunda y de larga duración, en la que se ha preocupado por hacer visible a la mujer dado que las historias de la acción social y del TT.SS no lo han hecho de manera sistemática, y aún existen resistencias para hacerlo. Así, en esta etnografía se ve a la mujer, social y públicamente, ocupando, pensando y movilizando el campo de la ayuda; se describe la conversión del oficio de ayudar en profesión cuando el oficio es sacado de las casas y de los contextos religiosos hasta ponerlo en los espacios públicos y remunerados, y se analiza el ingreso del saber del TT.SS en la Universidad, como saber de resistencia, basado en los conocimientos y habilidades profesionales del ayudar. 2. Hablar del TT.SS como una profesión feminizada, tanto por sus contenidos de género como por la elevada presencia de mujeres, con el fin de hacer visibles a las mujeres que prestan ayuda social y se forman como pTSs no puede hacerse de cualquier modo, o por lo menos de un modo único, pero debe hacerse independientemente de las ideologías que se tengan. Dar a conocer el papel que en las pTSs juega la condición de mujer en el desarrollo de la profesión no es una tarea fácil. Se requiere antes hallar la forma en que sean adecuadamente visibilizadas, es decir, procurar el necesario control epistemológico que subvierta o de-construya pre-concepciones ya instaladas. También que ellas definan y acepten los términos de su eventual visibilidad. Tal vez se requiera de una ciencia -o un método, o una agenda de investigación o de mucha paciencia- para ello. No se trata de justificar los prolegómenos de una batalla entre los sexos; pensar así flaco favor le hace a los esfuerzos que buscan un mayor equilibrio entre los sexos. El cometido antropológico de este trabajo es descubrir, recuperar, reconocer, y difundir las presencias de las mujeres en la ayuda social y el cuidado social; la cultracs que es la cultura del trabajo -profunda y antigua- de esa ayuda en el occidente, moderno, burgués, cristiano; y, la identidad colectiva de las personas que actúan en el campo de la ayuda y el cuidado. Serán utilizados ejemplos etnográficos elegidos con base en la participación en proyectos de cooperación y acción social, y, en la participación como docente e investigadora en los departamentos de Trabajo Social de las universidades de Cádiz, Málaga y Nacional de Colombia. Se ha recurrido a un cuerpo teórico-metodológico que estudia cuatro procesos (la conformación de la ayuda social y el cuidado social, la profesionalización de los saberes de la ayuda, la feminización de las prácticas de ayuda y el cuidado, y, la institucionalización identitaria en la cultracs), y, cuatro dinámicas (subjetivación, instalación, especialización y colectivización de elementos culturales); así desagregados se ha podido garantizar que el cuerpo teórico-metodológicos tenga los respectivos soportes etnográficos: tanto para la cultracs, en el caso de los procesos; como para la institucionalización de las identidades colectivas y su diferenciación interna, en el caso de las dinámicas. El caso español será descrito con base en los procesos y las dinámicas. Los procesos, teóricamente, serían afectados por la institucionalización de la identidad colectiva de las pTSs y sus dinámicas, pues ésta se produciría con más o menos autonomía ya que dependería de los contextos y circunstancias de cada lugar. Vale decir, la institucionalización de la identidad ¿así concebida- describiría la singularidad de cada comportamiento identitario al interior de la cultracs; sería un proceso general para una pluralidad de formas identitarias ¿un abanico de identidades singulares- que sobrevendría como el cuarto proceso estructural a tener en cuenta. La institucionalización como proceso estructural si bien parece ser independiente de los otros tres procesos, misma razón por la cual parece ser externa, es complejamente dependiente. Está estrechamente imbricada; por ello es fuente y parte de la cultracs y de su diferenciación interna. El TT.SS y las pTSs pueden compartir una misma historia cultural (producción de ayuda feminizada y profesionalizada), pero no necesariamente la misma identidad profesional. Ésta, por ejemplo, no sería la misma en Alemania, Estados Unidos o España; tampoco lo sería en la India, Japón o Irán. Se ha entendido que la finalidad de los procesos y de las dinámicas de la identidad colectiva sería la formación de conocimientos útiles al bienestar humano, la organización laboral de tales conocimientos, su reproducción económica y su distribución social; descansaría tal finalidad en las relaciones sociales que le serían estructurales: las relaciones sexo-género vinculadas a la feminización de las prácticas de ayuda (posición histórico-cultural en el sistema patriarcal), las de clase asociadas a la diferenciación social según sea el control de los medios de producción por una clase o un segmento profesional de ella, su conflictividad y la movilidad de sus miembros para obtener el control, dirección y gestión de la ayuda social (la economía política de la reproducción social y el poder); y, las diferencias entre las culturas del trabajo de la ayuda, las de los propios procesos del trabajo, y las de los sistemas culturales en que se inscriben (diferenciación y diversidad cultural). El marco teórico de esta investigación, refleja dos componentes: uno, se retoma la ¿matriz estructural identitaria¿, que es una aproximación teórico-metodológica desarrollada por el Grupo para el Estudios de las Identidades Socio-culturales en Andalucía, bajo la dirección de Isidoro Moreno Navarro y, dos, otro que se adosa al anterior, la teoría de los ¿saberes sometidos¿ presente en el análisis genealógico de Michel Foucault. Se eligen: el primero, por tener el valor explicativo dado su carácter estructural que vincula género, etnia y clase (señalado en el párrafo precedente); el segundo, porque aporta singularidad al incorporar al cuerpo de saberes dedicados a la ayuda y el cuidado social, la dialéctica conocimiento/desconocimiento como operadora de las relaciones sociales, la cual ha sido útil para tratar el tema del no reconocimiento de las profesiones femeninas en distintos entornos de formación, entre ellos los universitarios. Salta a la vista la estrecha vinculación de las dos teorías con el objeto de la investigación, puesto que se ha tratado de analizar la especificidad de la relación identidad-genero-profesión a través de procesos y dinámicas identitarias en el campo de la ayuda y el cuidado social, teniendo en cuenta las dimensiones estructurales generizadas, étnicas y de clase. Aunque la matriz y la genealogía insinúan una metodología por sí mismas, para precisar el marco metodológico se ha recurrido a tres experiencias adicionales que han permitido describir mejor la relación identidad-género-profesión: la ¿institucionalización¿ de Berger & Luckmann , el ¿campo social¿ de Bourdieu , la ¿larga duración¿ de Braudel , y la ¿descripción densa¿ de Geertz. Ha sido útil, etnográficamente hablando, el diálogo entre tales autores y conceptos porque le han dado profundidad histórica, referencialidad espacial, capacidad institucional y dinámica social al objeto de la investigación. Así, como toda identidad necesita de sujetos, emplazamientos, adiestramientos y organizaciones para desarrollarse, conseguir recursos e incidir socialmente, la sociedad necesita saber cuáles sujetos se forman históricamente, qué prácticas territorializan, cómo socializan sus conocimientos y para qué se organizan colectivamente. Por eso la institucionalización como proceso se ha hecho visible a partir de las dinámicas de subjetivización, instalación, especialización y colectivización que los reflejan; la identidad moldea a las personas , racionaliza sus conocimientos, proyecta la puesta en práctica de ello en un espacio, y moviliza a sus profesionales. Tal función ¿además de la identitaria o, tal vez por ser ella- ha permitido que las mujeres al ayudar pública y técnicamente a la gente, o trabajar en la reproducción social, independientemente del lugar donde la ayuda se produzca, puedan obtener de esa actividad una remuneración que siendo ya legítima, sea digna. 3. La presencia mayoritaria y sostenida de mujeres, una progresiva orientación hacia la profesionalización de las prácticas de ayuda a lo largo de su historia y el tipo de producto laboral que ofrecen las pTSs (ayudar a cubrir las necesidades sociales de las personas), son los referentes empíricos de los conceptos-proceso centrales en este trabajo: producción de la ayuda, feminización de prácticas, profesionalización de saberes e institucionalización identitaria. El progresivo, cuidadoso y lento avance de la investigación fue desplazándose del estudio de la identidad profesional del TT.SS a la cultura del trabajo de la ayuda y el cuidado social, cultracs; cultura de la cual la carrera universitaria de TT.SS y su organización profesional son manifestaciones (de hecho, diversas; dado que se expresan según la etnicidad o nacionalidad de cada país o región, las necesidades de la estructura económico-social y su sistema de clases ¿preservando, eso sí, invariablemente, una mayoría de mujeres trabajando¿). No es la profesión la que explica la cultura del trabajo, sino es la cultura del trabajo la que explica a la profesión, pues la profesión es un efecto institucional de ella. Por ello no se debe esperar leer aquí una historia de la identidad profesional de las pTSs; en cambio, se ofrece una antropología de su cultura del trabajo y un mapa para adentrarse en ese apasionante mundo de la identidad cultural de las profesiones de la ayuda y el cuidado social, sus diversas manifestaciones históricas y contemporáneas, y, su unidad profesional. Mundo para el que -por supuesto- la presencia de las mujeres, omitida tantas veces, se pueda descubrir, recuperar, reconocer y divulgar de manera enfática. Descubrir, recuperar, reconocer y divulgar se convirtieron en un cometido ético, como corresponde a todo trabajo antropológico e investigativo, y en virtud de él tuvo su método: El rastreo etnográfico ¿a la vez etnohistórico¿ de: 1. la cultura del trabajo presente en las labores que las personas realizan en el campo de la ayuda social; y 2. de la mujer ocupando ese espacio en el tiempo hasta que, 2.1. dicho espacio de trabajo fue constituido en profesiones, y, 2.2. se incorpora como saber académico especializado en la Universidad. De la aplicación de este método resultó la comprensión de varias cuestiones correlativas, algunas de las cuales podrían entenderse como una contribución antropológica a los estudios de género como también de la mujer, particularmente en el campo de las culturas del trabajo de la ayuda y el cuidado social, dentro de las cuales el TT.SS solo sería un ejemplo más. El TT.SS presentó ciertas limitaciones que fue necesario superar para entender mejor los procesos identitarios; hubo un momento en que parecía como si el mismo TT.SS fuese un obstáculo para su propia comprensión, de ahí que fue necesario rodearlo mediante la búsqueda de la cultracs, lo cual supuso un giro fundamental al trabajo y aquí está el resultado. El TT.SS es cultracs, pero la cultracs no es sólo TT.SS. Tal desplazamiento se describe siguiendo la idea según la cual existe una cultura del trabajo de la ayuda y el cuidado social, cultracs, que es anterior al surgimiento moderno de la profesión de TT.SS y a su instauración en las aulas universitarias. Al identificar esto se perfiló un problema teórico de envergadura: la existencia, lógica e histórica de una cultura del trabajo de la ayuda y el cuidado social, cultracs, al amparo de la cual se pudiesen desarrollar las llamadas profesiones femeninas, únicas especializaciones universitarias contemporáneas de la cultracs. Al ser el rasgo sexo-género un componente matricial identitario evidente de la cultracs se supuso que las identidades de género podrían terminar moldeando no solo las identidades profesionales, sino en general todas las culturas del trabajo que se forman bajo su relación e influencia, y a todos los sujetos que de alguna manera compartan el mundo de la ayuda y el cuidado social Cinco trayectos metodológicos fueron abriendo paso a esa idea: el primero de constatación de la presencia mayoritaria de mujeres en las aulas de TT.SS; el segundo la confirmación de que pese a los cambios políticos y los contextos nacionales la presencia de las mujeres estudiando TT.SS persistía; el tercero de visualización de que en el origen universitario de la profesión a comienzos del s. XX había mayoría de mujeres así como en los intentos previos a finales del s. XIX; y, cuarto de verificación de la existencia predominante de mujeres de distintas clases sociales pensando, organizando y ayudando socialmente que se hundía con cierta visibilidad desde el siglo XXI hasta el s. XVI. Una vez en este sitio se retornó de la mano de las mujeres y sus historias de resistencia para presentar una respuesta de la feminización de las prácticas de la ayuda y el cuidado y de la subalternización de sus saberes, configurando así el quinto trayecto metodológico. Para terminar, decir que se ha organizado el trabajo en tres grandes partes: la primera o Parte A, está organizada en tres capítulos, da cuenta de las generalidades del TT.SS, cómo se ha realizado el estudio y cómo éste aporta para dar visibilidad a las mujeres ayudando y a la cultracs; la segunda o Parte B, en tres capítulos, describe de modo etnográfico la continuidad cultural mediante las contribuciones de las mujeres en la conformación de la ayuda y el cuidado social en el occidente cristiano, y para ello describe los modos de transmisión de las prácticas, la construcción del objeto de la ayuda y las razones de los cambios en las formas de ayudar; y la tercera y última parte, la C, muestra la feminización de las prácticas de ayuda enlazándola con la profesionalización ¿pero a la vez subalternización- de los saberes derivados de esas prácticas; se organiza en tres capítulos que tratan cada uno de los procesos ¿feminización y profesionalización-, y cierra con el capítulo dedicado a España . Con ello se da cuenta de cómo se relacionan la ¿identidad socio¿profesional y género¿, y, porque es posible entender antropológicamente ¿el trabajo social como actividad feminizada¿. También forman parte de este trabajo la introducción, las conclusiones y la bibliografía utilizada.